«Allá verdea la dura piedra de Laconia, aquí el mármol líbico y frigio, más allá brilla el ondulado ónice y el mármol con vetas del mismo color que el mar profundo, y resplandecen rocas frente a las cuales palidece de envidia la púrpura de Ébalo». Así describía el poeta Estacio, a finales del siglo I d.C., las estancias de una lujosa residencia que ocupó Livia Drusila, la esposa del emperador Augusto. La villa –que hay que diferenciar de la Casa de Livia, en el Palatino de Roma– se hallaba al norte de la Urbe, en el término de la ciudad etrusca