Deportados desde la Francia de Vichy, la mayoría de los presos tras la Guerra Civil recalaron en el campo nazi, donde murieron 4.000 de 5.500; Enrique Calcerrada sobrevivió al horror. "Sin dejarnos desperezar las piernas, o buscar apoyo en alguna parte donde engancharnos con las manos, salimos volando, lanzados por los SS, para caer varios metros más lejos, en vuelo plano, sobre el balasto o los raíles, encima de los que habían caído antes. En pocos minutos todos los presos componentes del convoy nos encontrábamos sobre el andén".