En los años 20 y principios de los 30, sectores de la prensa estadounidense normalizaron el ascenso del fascismo. O bien banalizándolo, o bien, incluso, ensalzándolo la prensa estadounidense de la época, salvo excepciones, no tuvo duras palabras respecto al ascenso, anticonstitucionalismo, racismo y enaltecimiento de la violencia de los dos grandes dictadores europeos: Mussolini y Hitler.