Hubo una Tabarnia antes de Tabarnia, una Tabarnia anteprocesiana igualmente alérgica o indiferente al nacionalismo, y cuyo único rasgo diferencial respecto a la actual Tabarnia es que fue real. Me refiero, claro está, a la Corporación Metropolitana de Barcelona, CMB, una entidad supramunicipal que, constituida en 1974, alcanzó con Pasqual Maragall tal estatus como actor político que Pujol llegó a obsesionarse con su desbaratamiento.