Fue una de las primeras especies que llegó del Nuevo Mundo. A bordo de los buques de los conquistadores, desembarcó en las costas españolas en el siglo XVI (se cree que entre 1548 y 1570) con un fin concreto: cultivarlas para servir de alimento a la cochinilla del carmín, empleada para producir tintes. El plan no cuajó mayoritariamente, pero la chumbera llegó para quedarse. La variedad más común, la Opuntia ficus-indica, pronto encontró acomodo como planta silvestre, vallado natural entre lindes de terrenos, alimento de ganado e incluso humano.