Las imágenes que han pasado a la historia de los años dorados de la NASA, no solo de las misiones del Apolo, también del Proyecto Mercury o el Programa Gemini, suelen ser siempre casi perfectas. Planos espectaculares, iluminación correcta, colores, nitidez... todo está en orden. Son las fotos que hemos visto una y otra vez, en libros como Full Moon. Sin embargo, para lograr ese puñado de fotos perfectas se tuvieron que hacer decenas, cientos de ellas. Y muchas eran todo lo contrario, imágenes pésimas, fotográficamente hablando: desenfocadas...