"Fui engendrado hace incontables eones, en las oscuras nieblas de Khhaa’yngnaiih (no, claro que no sé cómo se deletrea. Escríbelo como suena), de pesadillescos padres sin nombre, bajo una jibosa luna. No era la luna de este planeta, claro, era una luna real. Algunas noches llenaba más de la mitad del cielo y mientras se alzaba podías ver la sangre carmesí gotear y chorrear de su cara hinchada, manchándola de rojo, hasta que desde las alturas bañaba los pantanos y las torres en una mortecina y ensangrentada luz encarnada."