La ropa de marca, una de las más viejas estrategias de los mercados para estimular el consumismo, se abre camino, definitivamente, más allá de las órbitas de la derecha. Fue a mediados de los años ochenta cuando, por primera vez, sentí la necesidad de tener una prenda de vestir de una marca determinada: era una camiseta azul con la palabra y el logotipo de Nike perfilados en una fina línea blanca. No podía ser más simple. Se la había visto a algunos compañeros de clase y yo quería la misma. Necesitaba ese símbolo sobre mi pecho para molar