Triste destino el del Castellón interior fuera del turismo masificado de la costa, víctima de la despoblación y el vandalismo a pesar de su belleza, triste reflejo de nuestra identidad cuando nuestra memoria se borra por culpa de la falta de valores en el respeto de aquello que forma parte de nuestra idiosincrasia. Pero qué le vamos a hacer, descerebrados los hay a todas horas, independientemente del número de ojos que intenten controlarlos.