Probablemente, ha anunciado la arqueóloga, éste sea el edificio descrito en el Libro Segundo de Samuel: su rostro es la serenidad personificada… hasta que aparece un guía turístico. Es un joven israelí que, acompañado de algunos turistas, se planta delante del banco para ver el edificio. Fue alumno suyo y ahora trabaja como guía turístico. Le dice a sus clientes que en realidad esa no es la casa de David, que esa afirmación es un pretexto de la derecha israelí para desplazar a los palestinos del lugar. La arqueóloga se siente pisoteada.