Lo nuevo no es mejor que lo viejo. Ni nuevo significa bueno, ni viejo significa malo. Veo, con horror, denostar metodologías que funcionan y están demostradas científicamente porque son viejas y encumbrar metodologías cuyos resultados y aplicación nadie ha conseguido probar mejores, por el simple hecho de ser nuevas. Yo, como profesor, no puedo usar algo o dejarlo de usar por ser nuevo o viejo, sino por ser bueno o malo, adecuado o todo lo contrario. No entiendo la obsesión de cierto colectivo de docentes por desprestigiar todo lo viejo.