Braque prefirió, a lo largo de toda su trayectoria artística, la naturaleza muerta. Allí introdujo novedades significativas, como el empleo del collage o la incorporación de letras y números. “Los objetos no existen para mí, salvo que exista una relación armónica entre ellos, y también entre ellos y yo. Cuando uno llega a esta armonía, se llega a una especie de vacío intelectual. Esto hizo todo posible, todo legítimo, y la vida es una perpetua revelación”, sentenciaba Braque.