En la Inglaterra Victoriana, eran muy comunes las peleas de animales. En 1835 se firmo el “Acta contra la crueldad animal”, a pesar de ello, las peleas entre perros y ratas escaparon de la prohibición, ya que se consideraban un juego de apuestas. En Londres todas las noches se celebraban estas peleas, llamadas “rat-pit” o “pozos de ratas”, donde se apostaban grandes cantidades de dinero. Las reglas no eran muy complicadas: había distintas modalidades, pero fundamentalmente ganaba el perro que más ratas mate en menos tiempo.