Lluís Companys fue condenado dos veces por rebelión. En 1935, con plenas garantías legales, y en 1940, sin ellas. El resultado de ambas fue dispar: la primera sentencia consistió en una pena de 30 años de cárcel, de los que finalmente cumplió apenas uno y medio, mientras que por la segunda, que fue a muerte tras el final de la Guerra Civil, lo fusilaron. Y es que en caso de sufrir una condena, siempre parece mejor idea contar con un Estado de derecho. Sin él, la violencia se impone.