De él, de Joan (o Juan) Pujol García, catalán –1914-1988–, no podría decirse lo que escribió Arturo Pérez-Reverte en el principio de su novela El Capitán Alatriste: "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente". Pero sí, con énfasis, que fue el más audaz. Porque de criar pollos y regentear un modesto hotel a entrar en la historia como el mayor espía del mundo moderno, doble agente… ¡y condecorado por los dos bandos!, hay años luz. Más que un milagro… Le sobraban imaginación, temple, capacidad histriónica, verba