Los orígenes del fascismo se encuentran en una promesa de proteger al pueblo. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, una aceleración de la globalización destruyó comunidades, profesiones y normas culturales mientras generaba una oleada de inmigración. Aparecieron movimientos de la derecha nacionalista que prometían proteger a la gente de la influencia perniciosa de extranjeros y de los mercados, y personas asustadas, desorientadas y desubicadas respondieron.