En el caso de China, a las transformaciones políticas que abrieron, o quizás forzaron, el camino de la modernización allá por comienzos del Siglo XX, les siguieron varias décadas de guerras, destrucción, barbarie, hambre, y continuos horrores de todo tipo que no comenzaron a calmarse hasta los años 70. El resultado: una sociedad privada de muchos de los aspectos más básicos de la dignidad humana; una sociedad traumatizada y huérfana de sí misma.