Uno de los métodos habituales de las pseudociencias (o, directamente, los intereses industriales, económicos y hasta religiosos disfrazados de ciencia) es el de la falsa controversia. Se trata de hacer creer que en determinados campos no existe un consenso científico sólido, sino una controversia entre varias posturas que se presentan como igualmente válidas y por tanto dignas de tener en cuenta.