La industria del fitness sabe que para seguir vendiendo, sus clientes deben sentirse insatisfechos. Alguien en paz con su cuerpo y su vida no necesita perseguir ninguna ilusión. Para generar insatisfacción en las mujeres, la estrategia de la industria es clara: Primero, crea un estándar de belleza artificial, alejado de lo que es una mujer real. Después, véndele miles de revistas, alimentos especiales, cremas, tratamientos y suplementos, con la promesa de que son el camino hacia el canon de belleza socialmente aceptado.