Los bomberos de Craso llegaban corriendo cuando una casa o edificio comenzaba a arder, pero antes de meterse en faena y apagar en fuego, negociaban con el propietario de la casa en llamas. Le ofrecían comprar la casa por un determinado precio, muy bajo, lógicamente, pero más alto que lo que podría sacar el propietario si las llamas finalmente arruinaban la construcción. Así, el pobre desgraciado, mientras veía sus posesiones arder, tenía que tomar una decisión sabiendo que cada segundo que dejaba pasar el fuego avanzaba consumiendo sus...