La semana pasada, en un simbólico centro de congresos de Nueva Orleans, un grupo de científicos polares emitieron una declaración alarmante: el Ártico, tal como lo conocíamos, ya no existe. La región está evolucionando definitivamente hacia un estado libre de hielo, dijeron los científicos, con amplias repercusiones en los ecosistemas, la seguridad nacional y la estabilidad del clima planetario. Era un lugar idóneo para un recordatorio tajante de que, de seguir así, la civilización está jugándose la existencia frente a la biosfera del planeta.