A principios de la década, parecía incuestionable que el mundo avanzaba hacia la multipolaridad, con una gobernanza global más democrática y en el que la voz de los países periféricos resonara con más fuerza. Esa tendencia estaría protagonizada por los BRICS, un grupo de países emergentes cuyo crecimiento económico les destinaba a la primera línea de los asuntos globales: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Diez años más tarde, el globo de los BRICS se ha desinflado y, aunque algunos de los países que lo componen siguen siendo relevantes,