Los fertilizantes de las grandes granjas de maíz del Medio Oeste de EEUU se filtra en el suministros de agua de 60 ciudades y generan una zona muerta en el Golfo de México. Pero hay otra manera en que dañan el entorno: por la liberación de óxido nitroso (N2O), un gas de efecto invernadero, con cerca de 300 veces el poder del CO₂ para atrapar el calor. El problema: las mediciones del IPCC subestimaron sus emisiones en alrededor de un 40%, 25 gigagramos anuales, el equivalente de 1,6 millones de coches anuales. Rel.:
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