Todas las fuentes de energía producen emisiones de CO2 en algún momento de su ciclo, y por supuesto la energía nuclear no es una excepción. Es cierto que durante la minería, el transporte, la construcción de las centrales y durante las pruebas periódicas de los generadores diésel de emergencia se producen emisiones, pero en todo caso son equiparables a las producidas por las energías renovables, a excepción de la biomasa, que se basa en la combustión de materia orgánica.