Karl Ove Knausgård tiene melena plateada, ojos azules, la seguridad física de quien se sabe atractivo. Nadie lo dice en las reseñas de sus libros, pero es así. Cuando hablamos del descubrimiento literario que ha supuesto el testimonio del noruego, nadie hace mención a su físico. ¿Por qué iban a hacerlo? Del mismo modo que cuando nos presentan un ministro nadie nos cuenta que lo es a pesar a pesar de tener cuatro hijos, como sí lo hicieron con Dana Reizniece-Ozola, la ministra de Finanzas de Letonia y campeona del mundo en Ajedrez.