Tras enterrar a Ludwig van Beethoven, el 27 de marzo de 1827, dos de sus amigos y asociados hallaron una carta en un escondite de su escritorio cuando ordenaban sus papeles. Escrita años antes, en 1802, cuando tenía 32 años, iba dirigida a sus hermanos Karl y Johann y era todo un testamento vital. En la misiva mostraba su tremenda angustia por el avance de la sordera, llegando a confesar que de no ser por la virtud y su música, se habría suicidado. En la parte final del llamado Testamento de Heiligenstadt, el compositor les pide que, cuando mue