Ese día de enero Nietzsche paseaba por Turín cuando vio a un cochero azotando y maltratando a su pobre caballo. El filósofo se acercó corriendo al animal y lo abrazó por el cuello, situándose entre él y el cochero, suponemos que para proteger al caballo de los golpes de la fusta. Ahí pronunció las últimas palabras de su vida. ¿Dirigidas a un caballo? Eso parece. Unas fuentes dicen que dijo Mamá, soy tonto. Otras que murmuró al caballo Pobre hermano mío. Lo cierto, como decía, es que no se sabe. Incluso hubo testimonios que aseguraban que no ll