En 1800, el gobernador de la Alhambra era el coronel Francisco González Mojena. Hombre muy aficionado a dos cosas: al lujo y a los toros. Su primera debilidad le llevó a montarse un palacete a todo confort en las casas de Machuca, donde invirtió la mayor parte del dinero destinado a conservar el monumento. En cuanto a los toros, no se conformaba con correr toros ensogados por la explanada del Aljibe. La ciudad de Granada tenía ya su plaza de la Maestranza; su ciudadela no iba a ser menos, debía contar con una plaza estable.