El 15 de enero de 1871, el pintor alemán Anton von Werner recibió un curioso telegrama: “Su Alteza Real del Príncipe Heredero os hace saber que si lográis llegar a Versalles antes del día 18, seréis testigo de un evento digno de vuestros pinceles”. Aquel día, Anton von Werner había decidido tomarse un respiro e irse a patinar tras trabajar durante horas en su última obra, Moltke frente a París, en su estudio de Karlsruhe, en el Gran Ducado de Baden. Con los patines puestos recibió el telegrama en cuestión. Von Werner no lo dudó un momento y salió casi con lo puesto hacia la estación de ferrocarril de la ciudad.
Aquí voy a hacer el primer inciso del artículo. En 1815, los ciudadanos de la entonces capital del Ducado de Baden, Durlach, le inflaron los huevos tanto al duque que este decidió fundar una nueva ciudad en terrenos de su propiedad. El resultado fue Karlsruhe, una ciudad planificada cuyas calles se extienden hacia el sur desde el círculo central que ocupa el palacio ducal. Hoy se la conoce como "la ciudad abanico" por la forma del tendido de su calles. A día de hoy, esta ciudad sigue siendo auténtico porno para urbanistas. Fin del inciso, seguimos.
4.El viaje entre Karlsruhe y París ya se hacía en menos de veinticuatro horas en aquel entonces, pero había un problema: la guerra. Francia había declarado la guerra a Prusia. Junto a sus aliados, Prusia había invadido Francia y derrotado a su ejército con una rapidez y efectividad pasmosas.
5.Tras la derrota del ejército francés, las tropas prusianas, bávaras, sajonas y wurtemburguesas habían puesto sitio a París y alto mando de su ejército se había instalado en Versalles. Cuando el pintor se dirigía hacia Versalles, el sitio seguía en marcha.
6.Von Werner logró llegar a Versalles con las primeras luces del día 18 de enero, tras un viaje de 55 horas de duración. El último tramo del viaje lo había tenido que hacer en coche de caballos, con un soldado apostado en el techo para proteger a los viajeros de posibles ataques de soldados franceses.
7.Al llegar, seguía sin saber qué acontecimiento era el que tenía que pintar. Buscó un lugar donde echar una cabezada y se dirigió al palacete del príncipe heredero, donde le facilitaron un salvoconducto para poder acceder al palacio. Por cierto, el pintor había conocido al príncipe heredero unos meses atrás cuando acompañó al ejército que él mandaba durante una parte de la campaña francesa, de ahí que hubiera pensado en el artista cuando se dio cuenta de que necesitaba un pintor para plasmar el gran acontecimiento que se avecinaba.
08.Horas después, subió al Salón de los Espejos del palacio. En el lado de las ventanas de la galería formaban soldados prusianos y bávaros en uniforme de gala. En el lado de los espejos se apiñaban los oficiales de los ejércitos alemanes que habían invadido Francia el año anterior.
9.En el centro de la galería se había instalado un altar de campaña. Allí, un capellán militar de la Iglesia de la Guarnición de Potsdam (nada de había dejado al azar, era una iglesia que albergaba la tumba de Federico el Grande), celebró un servicio, que concluyó con el canto Nun danket alle Gott. von Werner empezó a dibujar a los presentes durante la homilía.
10.A continuación, el grupo se dirigió a una plataforma plana llena de estandartes situada al final de la galería, donde los príncipes se alinearon con Guillermo I en el centro. Bismarck, de pie y rodeado de los líderes del ejército, leyó una proclamación.
11.A continuación, el Gran Duque de Baden, al ser la persona de más alto rango presente en Versalles aparte del propio rey de Prusia, pronunció un "Saludo" a "Su Majestad el Kaiser (emperador) Guillermo", que fue repetido tres veces por los presentes.
12.Así, en opinión del pintor, “la extraordinariamente corta y sencilla ceremonia terminó sin pompa alguna para un acontecimiento histórico de aquellas características”, aparte de los vítores continuaban entre las tropas dispuestas en el palacio y los jardines.
13En ese momento, von Werner comprendió que ese era el gran acontecimiento histórico que debía presenciar para poder plasmarla con sus pinceles: la proclamación del rey de Prusia como emperador de un nuevo Imperio Alemán.
14La proclamación se había programado para el día 18 de enero, un día muy especial: el 170 aniversario de la coronación del primer rey de la casa Hohenzollern como Rey en Prusia el 18 de enero de 1701.
Aquí voy a abrir el segundo inciso. ¿Cómo que "Rey en Prusia" y no "Rey de Prusia"? Bueno, digamos que los Hohenzollern hicieron trampas para coronarse reyes. Los miembros de esta dinastía gobernaban Brandenburgo como electores y Prusia como duques en una unión personal, pero eran dos territorios separados e independientes entre sí. Como electores eran vasallos del Sacro Imperio Romano Germánico y como duques de Prusia lo eran del Reino de Polonia. Con los Tratados de Labiau (1656) y Bromberg (1657), Federico Guillermo I, el Gran Elector, alcanzó la plena soberanía de la Corona Polaca. En 1701 el Elector Federico III quería mostrar su grandeza adoptando el título de rey. En ese tiempo solo existían tres títulos reales dentro del imperio: "Rey de los Alemanes" (un título sostenido por el emperador), "Rey de Bohemia" (a menudo sostenido por el emperador también), y "Rey de los Romanos" (sostenido por el heredero del emperador). A cambio de la ayuda de los Hohenzollern en la Guerra de Sucesión Española y el apoyo al candidato de los Habsburgo en la subsecuente elección, el emperador Leopoldo I permitió a Federico coronarse a sí mismo "Rey en Prusia", no "Rey de Prusia". Legalmente, Federico era solo un elector en sus dominios dentro de las fronteras del imperio; solo era rey en su anterior ducado. Fin del inciso, seguimos.
Muchos creen que Bismarck organizó todo este tinglado de la coronación del nuevo emperador alemán en el Palacio de Versalles para enfurecer a sus enemigos franceses, pero nada más lejos de la realidad: él era partidario de poner fin a la guerra, volver a Berlín y montar allí la fiesta, pero el nuevo emperador insistió en ser coronado coincidiendo con tan señalada fecha y la ceremonia tuvo que celebrarse en donde estaba Guillermo aquel día: en Versalles, con todo el estado mayor del ejército. Bismarck también prohibió que el oficio religioso se celebrase aquel día en la capilla del palacio, consagrada al culto católico, para no herir sensibilidades.
Anton von Werner dedicó 4 cuadros a la proclamación del Kaiser a lo largo de su vida y desafortundamente solo una sobrevivió a la guerra. La 1.ª versión fue un encargo para el Palacio Real de Berlín. Fue destruida en la 2.ª Guerra Mundial y solo nos queda de ella una foto borrosa en blanco y negro que nos muestra su disposición, con el emperador de frente y Bismarck de espaldas en el lado izquierdo del cuadro.
19En esta fotografía de época puede verse dónde colgaba el cuadro, de grandes dimensiones, al fondo del todo en la galería. En primer plano hay un cuadro de Menzel, también grande pero no tanto, que sí conservamos sobre la coronación de Guillermo como rey de Prusia.
El artista no quedó satisfecho con el resultado. El recién proclamado emperador estaba demasiado lejos del espectador en la composición y, además, Otto von Bismarck, el jefe político del nuevo Estado, resultaba prácticamente invisible al estar de espaldas.
La 2.ª versión fue un encargo para colocar en una galería conmemorativa del Antiguo Arsenal de Berlín (hoy Museo de Historia Alemana). También se perdió en la guerra, aunque conservamos fotografías en color.
22Esta fotografía nos muestra el lugar que ocupaba el cuadro (esquina inferior derecha) en la gran sala de honor del arsenal. Esta composición es la que ha pasado a la conciencia colectiva de los alemanes, pues figura en todos los libros de texto de primaria y secundaria.
23La perspectiva cambia totalmente respecto a la 1.ª versión: ahora contemplamos la ceremonia desde las ventanas de la Galería de los Espejos de forma lateral.
24Quizá lo más relevante de esta versión y del cambio de la perspectiva es que no es el emperador el que está en el centro, sino los verdaderos artífices del acontecimiento histórico: Bismarck, que había logrado el aislamiento de Francia por la vía diplomática y von Molke, gran reformador y cerebro de la derrota militar de Francia.
25Entre Bismarck y el emperador, el general bávaro Jakob von Hartmann y el mariscal prusiano Leonhard von Blumenthal se dan la mano. Los dos tienen una posición tan prominente porque formaban parte del estado mayor del ejército que dirigía el Príncipe Heredero. Es un gesto inmensamente simbólico: solo 5 años antes, en 1866, durante la guerra entre Prusia y Austria, Baviera se había puesto del lado de Austria y estos dos hombres se vieron las caras en el campo de batalla. Ahora, los dos hombres se saludan afablemente al estar su lealtad ligada al mismo estado y al mismo monarca por fin.
26Inmediatamente detrás del emperador está su hijo, heredero y promotor del cuadro: el príncipe heredero Federico. El tipo de blanco del extremo izquierdo es el Duque de Coburgo-Gotha. Era hermano de Alberto, el marido de la reina Victoria de Inglaterra, con el que guarda cierto parecido.
La tercera versión, la que ha llegado hasta nosotros, es la que el gobierno le encargó al pintor para obsequiársela al canciller Otto von Bismarck con ocasión de su 70 cumpleaños en 1885. Es prácticamente idéntica a la segunda versión excepto algunos detalles. Para empezar, Bismack luce en el pecho algunas medallas que no le habían sido concedidas en 1871.
Por deseo expreso del emperador, se incluyó en la composición al ministro de Guerra, Albrecht von Roon, otro de los grandes artífices de la Unificación. Para hacerle sitio en la composición, von Werner tuvo que sacrificar el apretón de manos entre Jakob von Hartmann y Leonhard von Blumenthal, con toda su carga simbólica. Cabe destacar que Roon no había estado presente en la ceremonia y había muerto en 1879.
La 4.ª y última versión fue un enorme mural (lienzo sobre pared) para el aula magna de un instituto de Frankfurt Oder, la ciudad natal del pintor. Solo se conserva de ella esta foto y nada se sabe de la tela desde 1945. Me gusta pensar que algún ruso, descendiente de un oficial del Ejército Rojo, la tiene en su sala de estar.
30Aquel viaje inesperado del pintor Anton von Werner sería el más importante de su vida. Fue presentado al emperador, a Bismarck, a von Moltke y al resto de jerifaltes allí presentes, convirtiéndose en una suerte de pintor oficial del nuevo imperio a su regreso a Alemania.
31Fue nombrado profesor de la Academia de Arte de Berlín en 1873 y fue su director desde 1875 hasta su muerte en 1915. También dirigió la Galería Nacional desde 1909. Hasta le dio clases de pintura a Guillermo II, convertido en emperador tras la muerte de su abuelo y de su padre.
32Sin embargo, hoy está olvidado, tanto en su propio país como en el extranjero. En parte es la “maldición” de los pintores que gozan de gran fama y éxito en vida, cuyos cuadros se los rifan las instituciones nacionales y, por tanto no salen al extranjero y no son conocidas por el gran público.
33Pero no eso no es todo. La visión estrictamente conservadora del arte que tenía Werner se enfrentó cada vez más a la crítica pública desde su partidismo contra el arte moderno a partir de la década 1890. En los siguientes párrafos figuran algunas de las obras del pintor, no tan famosas, pero aún así muy representativas de su técnica y su estilo.
34Estamos hablando de un tipo que pintaba cuadros realistas al estilo de lo que David, Ingres, Delacroix, Meissonier y Cogniet pintaban 50 años antes o más mientras en Francia los impresionistas ponían en marcha una revolución artística monumental. Una revolución que Von Werner negó y obstaculizó todo lo que pudo desde los cargos públicos que ocupaba en la Academia de las Artes de Berlín.
35La producción artística de la época guillermina, representada por Werner, fue víctima de un rechazo unánime y radical en la crítica de arte alemana tras el final de la 1.ª Guerra Mundial y la caída de la monarquía. Fueron numerosas las voces que exigieron la retirada de sus obras en museos y edificios públicos del gobierno.
36Por su parte, la visión nacionalsocialista del arte evaluó el arte oficial del 2.º Imperio alemán como un signo de decadencia, a pesar de su lenguaje formal figurativo-representativo, e ignoró a Werner por sus vínculos con la monarquía y la alta burguesía, en parte judía.
Para la historia del arte de la República Democrática Alemana, Werner glorificó la política de unificación chauvinista y la política imperial reaccionaria de forma académica y pseudorrealista. Además, muchos de sus cuadros resultaron destruidos por los bombardeos de la 2.ª Guerra Mundial o fueron sustraídos por las fuerzas de ocupación aliadas y permanecen en paradero desconocido desde entonces.
En la Alemania Occidental de la posguerra tampoco gozó de una buena acogida, Golo Mann, crítico literario e hijo de Thomas Mann, lo agrupó en 1958 fon Paul Heyse, Felix Dahn y Karl von Piloty, a los que atestiguó "epigonismo", "clasicismo tardío", "falso renacimiento" y "ningún estilo independiente".
40En la actualidad la obra de Anton von Werner sirve para ilustrar libros de historia y está repartida por museos de poca importancia. La propia Proclamación del Imperio Alemán está en la residencia (ahora museo) que tenía Bismarck a las afueras de Hamburgo, que no visita mucha gente por lo remoto de la ubicación.
Y bueno, hasta aquí la historia de la proclamación del 2.º Imperio Alemán contada a través de los ojos del pintor Anton von Werner. Espero que hayáis podido descubrir algo nuevo sobre este cuadro y esta historia.
Este artículo fue publicado inicialmente en forma de hilo en mi cuenta de Twitter (twitter.com/Batallitass) y ha sido readaptado para su publicación aquí. Si gusta, iré adaptando otros hilos sobre arte e historia que he ido publicando en la red social del pajarico. Por cierto, he cambiado el nombre de mi cuenta para coincidir con la de Twitter, antes se me conocía aquí como arteycultura. Muchos saludos a todos.