Lo que no se espertaban los soviéticos, y menos aún los que jalearon la destrucción de su sistema, era que algunas de las características fundamentales del modelo colectivista acabarían por imponerse en el bloque capitalista, o al menos en una parte de este.
Y me refiero fundamentalmente a dos cosas:
-1- En primer lugar, disminuye el desempleo pero disminuyen también las horas totales trabajadas. ¿Qué es eso sino reproducir el viejo sistema soviético de poner dos encargados para cada farola, de modo que nadie estuviese desempleado? ¿Que es eso, sino imitar a los que encontraron en el subempleo una solución para maquillar los datos ante el politburó? Lo que importa ahora son los datos, y no las personas. Lo que importan ahora es hacer funcionar aquella máxima rusa de "tu haz como que trabajas, que nosotros hacemos como que te pagamos"
-2- Los agentes económicos parecen libres, pero se reducen a uno: las decisiones de los bancos centrales. Mientras el banco central compre deuda de manera ilimitada a gobiernos y empresas, todo va bien, aunque sea sin generar riqueza. Mientras los bancos centrales planifiquen a qué sectores se apoya, a cuales ase abandona, a quien se rescata y a quien se deja caer, no habrá diferencia alguna con aquellos planes quinquenales de la URSS y sus satélites.
Algunos de los viejos métodos soviéticos han triunfado. Y encima sin molestarse en suimular que lo hacen pensando en nosotros.
Punto para el dinero, derrota para el teatro.