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Elecciones Europeas: propaganda electoral honesta [HUMOR]

Elecciones Europeas: propaganda electoral honesta [HUMOR]

Llegamos a la "jornada de reflexión" de las elecciones europeas, y terminada la campaña electoral, podemos concluir cuál ha sido el leitmotiv de cada uno de los partidos políticos para ganarse el voto de los ciudadanos. Todos hemos visto esos horrendos carteles que afean las ciudades con frases y eslóganes insulsos junto a una foto del candidato y, llegados a este punto, uno se pregunta por qué no son más honestos.

Pues bien, he aquí una lista de carteles electorales honestos. Los que todos deberíamos haber visto porque, total, tampoco es que cayeran de sorpresa a nadie.

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MALEMÁTICAS CCXLIX: haciendo clickbait aprovechando el anumerismo de los lectores

MALEMÁTICAS CCXLIX: haciendo clickbait aprovechando el anumerismo de los lectores

Aquí tenemos un ejemplo de clickbait descarado de ABC aprovechándose del anumerismo de los lectores. Es evidente que en los juegos de azar puro no hay ninguna estrategia rentable para jugar. ¿Qué dicen los expertos que citan?, lo evidente, que cuantos más boletos compras, más probabilidad de ganar tienes (aunque esta sea pequeñísima por el elevado número de combinaciones existentes); que todas las combinaciones tienen la misma probabilidad; y que los resultados pasados no influyen en los resultados futuros.

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MALEMÁTICAS CCXLVIII: pongo las unidades que me da la gana

MALEMÁTICAS CCXLVIII: pongo las unidades que me da la gana

Publica hoy El Mundo un artículo sobre las elecciones al Parlamento europeo y el campo donde dan cifras sobre la evolución de la cabaña ganadera europea, pero a la hora de poner los datos, las unidades les han confundido y han publicado cifras disparatadas. De ganado bovino dicen que se ha pasado 74.807 millones de cabezas en 2022 a 73.840 a 2023, cuando en realidad han confundido las unidades que da Eurostat de miles de cabezas, con millones. Si en bovino han multiplicado los datos por mil, en porcino han hecho lo contrario, y dan unas cifras ridículas de 134.410 ejemplares en 2022 y 132.960 en 2023, cuando en realidad son 134,410 millones y 132,960 millones.

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Anti-reseña a la película de Momo

Rescato este artículo, que no he tenido tiempo de revisar en profundidad, perdón.

Que el cine comercial es de dudosa calidad siempre ha sido algo relativo desde hace décadas. Se considera a los ochenta y principios de los noventa como un antes y después del cine, pero temo que el factor nostalgia siempre ha sido más fuerte que la razón; que una década sea un éxito en cifras no significa nada a nivel artístico. Los Cazafantasmas molan, son originales y creativos, pero no son más que carne para merchandising y pronto reboot, remake o reshit, como quieran llamar ahora a los productos que siempre han estado.

Confieso que mi reseña ya se nota y huele requemada, y no es para menos:

La película de Momo.

Basada en el libro de Michael Ende, aquel que brindara al mundo su humanismo bajo la forma de libros como el citado, El Ponche de los Deseos o La Historia Interminable, ha sido maltratado de nuevo tras aquellas lejanas pero bien recordadas películas interminables (casi nunca mejor dicho). En serio, dejad el factor nostalgia, matadlo sin miramientos y volver a visionar las películas de La Historia Interminable. Salvo por buenos efectos que harán del deleite de los más jóvenes, tiene la profundidad de una piedra lanzada al mar, o sea, algo tan olvidable como irrecuperable aunque se revista de un momento nostálgico en la playa, jugando sin piedad con esa fibrilla que vibró cuando leímos el libro.

Y es que, por favor, que sea una adaptación no significa que vaya a ser lo mismo.

Una adaptación es lo que es y está en su derecho de tomar licencias para poder llevar la obra a otro terreno que no es el suyo. Cuando lees un libro donde la narración y el estilo son una maravilla de la elaboración, ten por seguro que por lógica en cine no será lo mismo, es un aspecto que se tiende a confundir, a tener como prioridad a la hora del visionado. La literatura es un campo abstracto y el cine es un medio visual, son incompatibles salvo en su naturaleza artística o de ideas. Ese punto en común, por mínimo que sea, es la excusa perfecta para adaptar, ya sea porque al director o al guionista les haya gustado demasiado cierto libro o porque los productores comprueban cuál es el best-seller del momento con posible potencial.

Nada nuevo bajo el sol.

Hasta ahora.

Mi enojo y falta de objetividad se debe al despropósito que han hecho con Momo. Hubo una adaptación animada y otra de imagen real tan torpes como inocentes, y se les perdona. Pero esto, esto…

Y todo comenzó con Tim Burton, como siempre.

Soy fan aférrimo de los libros de Alicia. La película de Disney me afectó cuando crío y re-descubrí ese mundo siendo adolescente tardío, percatándome del estilo único, los juegos de palabras (aun siendo traducciones, buen trabajo) y la imaginación que llegó a tener este matemático (matemáticas, he ahí una de las claves del éxito de Alicia o Momo, pero esa es otra historia). A partir de aquí se creó un género basado en las aventuras de un infante en un mundo que le supera por lógica, alegoría en paralelo a lo que le puede suponer a un niño la aventura de comprender el mundo, en ocasiones tan contradictorio. Es llevar el género infantil o de aventuras a un plano más abstracto y profundo. Trabajos como Coraline, El Viaje de Chihiro, Dentro del Laberinto o decenas de series infantiles continúan el legado, enseñando a los chavales en un plano que no se puede explicar con palabras, todo aderezado de gran imaginería. Una de las esencias de Alicia es el enfrentamiento de la lógica digna de una niña marimandona contra los abstractos de dos mundos al revés. Los niños están llenos de imaginación e inexperiencia, pero si tienen que corregir a un adulto, lo hacen, si tienen que responder bien en clase, lo hacen, y si ven algo fuera de su lógica como personas lo corrigen sin preguntar. Esos detalles que hacen humanas a las historias de Alicia sólo se plasman en la adaptación de Disney, por parte del resto juegan a lo fácil como si, como siempre, la gente fuera tonta. Si un niño lee un libro aprende e incluso comprende conceptos, ¿por qué no va a suceder así con una película?

Otra de las gracias de estas obras es que son atemporales, y eso también significa que se pueden leer a cualquier edad. El Hobbit es un grandioso ejemplo, obra maestra de una tarde o dos que evoca esa emoción del inicio de un viaje, metáfora de comenzar proyectos o encontrar novedades en una vida rutinaria arraigada en la comodidad: si vas a por los problemas (el dragón), obtendrás tu recompensa. Pero no, llegó el gordo de Hollywood y triplicó la mancillación. Tres películas de una novela corta, ¡toda una oda a la superación! Si se puede hacer peor, se hará.

Da igual cómo sea una adaptación mientras respete la esencia. Si es difícil de conseguir, no lo toques, o espérate, porque jamás perdonaré el modo en que la película de El Hobbit corrompe con gusanos metafóricos unos de los mejores capítulos escritos como es “Acertijos en las Tinieblas”. En el libro es emocionante, da miedo, despierta la mente, alimenta la ilusión que se hace uno de la escena y hace partícipe al lector. En la pantalla es una escena sosa, un diálogo de tantos que juega con la interpretación que nos acostumbra la mayoría de películas comerciales, y encima con dos buenos actores. Bravo, Peter, creía que era imposible fastidiarla con esa escena.

Pero el dinero llama al dinero.

Como comentaba, todo empezó con Burton, o quizá antes, pero mi mente me coloca en él. Su adaptación de Alicia (con pronta segunda parte) es aburrida y tópica, algo impensable e imperdonable al tratarse de una historia basada en el imaginario de Alicia. Hasta los fan-fiction y segundas partes apócrifas tienen más cariño y emoción. Es que, claro, es Tim Burton, y como tuvo su época dorada ya el resto será digno, atrapados en un juego muy similar al del factor nostalgia. No quedan ni resquicios de él, el hombre lo sabe, pero el cheque llama y alude, y el pobre siempre se promete no volver a caer. Se dice hacerlo mejor y volver a sus orígenes, y cumple e insiste por esa película innecesaria de su primer cortometraje (un perro-frankenstein sólo funciona en corto, la verdad), por “Pesadilla antes de La Novia Cadáver” o por esa inminente segunda parte de Beetlejuice. Sin palabras.

Aun con esa falta de esfuerzo creativo que se pasea por Alicia de Burton, es magia en comparación a la película de Momo.

¿Cómo empezar? Llevo mil palabras para intentarlo. Sabía que este momento iba a llegar, y aún me siento incapaz.

En fin. Vamos allá.

La idea original de Momo juega con el corazón de forma creativa y entrañable, encima haciéndote pensar. Toca hilos del alma que sólo se puede entender cuando se lee. Llevar el concepto del tiempo a lo infantil, lograr una oda a la imaginación como pocas veces se ha escrito es una tarea admirable. Ende estuvo fino en su inspiración, y generaciones de lectores le debemos la vida interior.

Este libro nos habla de la infancia (Momo y sus amigos), del trabajo bien hecho con calma (Beppo), de lo peligroso que es ver cumplidos algunos sueños o deseos así como del paso del juego a la responsabilidad (Gigi) y, sobre todo, del tiempo, de la importancia que tiene algo que no existe físicamente y que sin embargo define al mundo. El libro agarra al tiempo y nos enseña su otro lado, su matemática oscura bajo la forma de Los Hombre Grises, seres que bien podríamos ser cualquiera de nosotros una vez pasamos la infancia.

En la película no veo nada de esto: NADA. De hecho hasta se burlan cuando Momo insinúa a Beppo toda la faena que aún le queda por hacer y éste resopla y responde en supuesto gag cómico.

Es, es… me duele, es increíble lo difícil que es lograr eso aunque se hubiesen copiado tal cual las escenas. Desde la personalidad de Momo, más típica a una chavala adolescente actual (de películas, no de la realidad), hasta ese villano principal que sacan de bajo la manga que incluso por momentos parece ir en contra de sus propios ideales y propósitos. Todo está mal, todo, desde los actores a los efectos especiales que sólo sirven para rellenar el vacío de la historia (aunque si la hubiese dirigido Tim Burton todo el reparto hubiese sido Johnny Depp). Sentí vergüenza ajena, lo juro, en el momento en que Momo sigue a Casiopea por el borde del tiempo, por esa representación poco disimulada de las calles de Nueva York como si no existiesen más conceptos de ciudad que no sean esa o Los Ángeles, por esos brillos gratuitos que acaban mareando o esa escena de una supuesta catarata temporal donde Momo tiene que usar sus habilidades ninja para salvarse, escena que recuerda demasiado a Piratas del Caribe o la escena de los barriles de la segunda del Hobbit. Son momentos de acción en una película que no lo necesita, son rellenar minutos en una película que no necesita durar dos horas, una ironía al mensaje original del libro, pues parece ser que hoy necesitemos películas cada vez más largas con tal de llenar el tiempo con lo que sea. Que ya que he nombrado lo de los piratas, menuda decepción y heraldo de lo que acontece cuando esperaba la escena en que lo niños juegan imaginando ser piratas hasta el punto de vivirlo, pues es un capítulo del libro que hace regresar a la infancia, y me encuentro en la película una escena donde los críos hacen el tonto, con referencia a Peter Pan como si tuviese algo que ver (por no mencionar el rancio superhéroe-pirata que se inventa uno de los niños para dejar clara su obsesión por Los Vengadores), ignorando enseguida para continuar una trama que aún se alargará por dos horas…

Dos horas de puro hueco. Un agujero negro en un punto de mi vida.

Estafado, me siento así, pero no a un nivel expresivo, monetario o mental, sino del alma, y eso que no soy religioso. Siento que me han llamado de idiota para arriba hasta el punto de ofender de una forma cercana a la depresión. Es increíble el afán que tiene el cine comercial por mantenerse encerrado en su fórmula sin importar cuál sea la obra. Hay que meter acción, un villano muy malo atrapado en sus ideas, efectos cargantes que cumplen la función de un llavero agitado frente a un bebé; humor, más humor, personajes molones porque lo saben hacer todo, humor contemporáneo que envejecerá mal, un/a protagonista vacilón/a con su falta justa de personalidad para poder identificarse, el personaje rejuvenecido de turno para que pueda ser el noviete y chico guapo (escena sin camiseta incluida aunque sea un crío) y dos frases filosóficas para creer que estamos ante una película profunda. Lo único que adaptan bien para los tiempos de ahora es la obsesión por las tecnologías, posible perjuicio e imaginación contaminada para las generaciones más jóvenes, aunque…

No. Jamás esta palabra había tenido tanto sentido.

No se trata con mi reseña interpretar al tópico del gruñón que no le gusta que le toquen sus cosas. Hay adaptaciones que adoro aunque suden del original, pero porque mantienen la esencia, porque han entendido de qué va la cosa y se esmeran en plasmarlo. Hay una película ochentera y alternativa del Mago de Oz que sólo se parece al original por la protagonista, y aun así da lo mismo, te ofrece esa aventura, esos personajes con carisma, esa lección que no se explica y que entiendes.

Pero es que ahora, en fin, hay que explicarlo todo. En el libro de Momo el mero hecho de ver cómo actúan Los Hombres Grises es suficiente para comprender qué nos quiere decir el autor. Un niño puede perderse en el concepto, pero lo pilla, sabe de qué va la cosa y aprende de ello porque una acción vale más que mil palabras. Y llega la película y te suelta un discurso final gratuito sobre el tiempo que logra romper toda la narración acontecida. Es como cuando te explican un chiste, ¿a que fastidia? Pues imagínalo a nivel épico después de dos horas.

Esta película es atemporal, pero porque debería existir fuera del tiempo.

A nivel comercial cumple, es otro éxito de tantos para el cine de este tipo. Pero a nivel humano es un desastre. No se trata que el mundo lo sepa ver, de convencer a nadie, se trata de que ya está bien que nos traten de tontos. Me da igual que se use el arte para vender, es legítimo. Lo que me mata es que uno escriba una historia con todo el cariño del mundo y llegue el aprovechado que va de o para empresario y se aproveche de ello como si tuviese el derecho o la superioridad moral, y más cuando ya se está muerto.

Los cuentos y novelas infantiles son lecciones universales para todas las edades. Crean legado y se cuenta la misma historia y mensaje una y otra vez porque es necesario, acaso una verdad que necesita ser dicha.

En lugar de una adaptación de Momo, me he encontrado con otra piedra en el camino para ser mejor persona. De haber estado bien hecha, habría resucitado esas lecciones y momentos que viví con la Momo real de mi imaginación, un repaso a la esencia de la vida.

Masoquista de mí seguiré viendo cine comercial, temiendo que la próxima que pondré a parir será la de IT. Al menos no todas son películas pare odios, pero ofende que luego te traten de gafapasta porque prefieres el cine de autor. Al menos ellos no tratan a nadie de tonto, todo lo contrario. Esa es la gran diferencia que habla mucho del público de hoy día. No quiero ir de héroe cultural, pero me es imposible apartar la vista ante lo que es una injusticia. Si uno puede denunciar por lo que le ha ofendido o dañado en extremo, ¿se puede dar el caso con una película?

Injusticia. Eso es lo que ha sido esta película. Ojalá exagerara.

Como alguno ya se habrá percatado, la película de Momo de la que trato no existe. La reseña es un intento de visión sobre el futuro. Tarde o temprano volverán a hacer un remake de La Historia Interminable que funcionará a nivel comercial, y con ello vendrá Momo. A menos de que la dirija Guillermo del Toro (como casi pasó con El Hobbit, vaya), van a lograr que los amantes del libro soñemos sangre. Quizá exagero en mi apreciación, aunque en este caso sí puedo asegurar que el factor nostalgia no tiene nada que ver y sí los hechos.

Un saludo y gracias por su comprensión.

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El ¿nuevo? algoritmo de TwiX

Antes de desarrollar: TwiX, es evidente, es como llamo a Twitter/X. También, vaya por delante que no me he informado específicamente sobre el algoritmo, suponiendo que haya información sobre él, es sólo mi apreciación personal, pero que es lo suficientemente intensa como para que me haya decidido a escribir.

Es curioso cómo ha cambiado el algoritmo de TwiX: me muestra más posts de temas similares a aquellos que respondo, pero que no doy "like" ni "retwix", que de temas similares a los que sí. Y el cambio tiene que haber sido reciente, porque uso TwiX bastante y no había visto algo así antes, una invasión semejante de tuix "opositores".

Naturalmente, los posts que respondo y no doy "like" es porque no estoy de acuerdo con ellos e intento rebatir lo que dicen.

Pero, ¡qué curioso!, no dejo de ver más y más posts de la misma temática. Por ejemplo, sionistas defensores de lo que está haciendo Netanyahu. Si respondo a uno de esos posts sin darle "like", al rato (después, por la tarde, al día siguiente…) me aparecen tres, cuatro, cinco más.

Por supuesto, he pensado que podría ser que TwiX te envía posts de aquellos temas con los que has interactuado, es decir, sea cual sea la forma de hacerlo, sea "like", "retwix" o respuesta. Pero no: no me envía tantos posts de aquellos temas que me gustan, a los que he dicho expresamente que me gustan, como de aquellos que no, pero a los que he respondido. Es evidente: los que respondes y no das like es muy probable que sean polémicos, que creen animadversión, oposición.

Es decir, a TwiX no le interesa que veas lo que te interesa a ti, no le interesa que recibas información similar a aquella que has declarado activamente que te gusta. No, te envía posts que no te gustan, para que polemices y generes tráfico. Como decía, o dirá, el Almirante de Flota Gial Ackbar,

Al principio seguía respondiendo a esos posts, hasta que me di cuenta de que no era normal tanto post polémico, así que empecé a intentar bloquearlos, pero no vale hacerlo de cualquier manera: bloquear al autor no hará que dejen de aparecer otros posts semejantes de otros autores.

Primero probé con "No me interesa este post", pero eso no hace que no se muestren más posts sobre el mismo tema, sólo bloqueas ese. Pensé en, además de lo anterior, añadir "No ver más posts de <autor>", pero el resultado de eso sería muy similar a bloquearlo: no impide que te sigan llegando posts del mismo tema de otros autores.

La combinación que funciona es "No me interesa este post" más "Este post no es relevante", es la manera de que TwiX deje de ponerte posts sobre el mismo tema, posts polémicos sólo con la intención de calentarte la cabeza, que respondas a la "provocación" y generes tráfico.

Y no deja de ser curioso esta forma de hacer: no trabajan "a favor", trabajan "en contra" del usuario. Por lo visto, poner en tu timeline cosas que te gustan no funciona igual de bien que poner cosas que no, cabrearte y hacer que respondas, eso, por lo visto, genera más tráfico que lo anterior.

Claro, eso tiene consecuencias: si Twitter ya era un estercolero, que heredó Musk/X para convertirse en algo todavía peor (quitó la moderación que Twitter tenía, despidiendo a los responsables de ella, aunque luego tuvo que medio reponerla, por la cantidad de protestas que generó), trabajar "en contra" del usuario hace que eso se multiplique, que el estercolero se convierta en una cochiquera, una pocilga.

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