Sobre la legitimidad de los gobiernos democráticos

He escuchado muchos comentarios estos últimos días acerca de la legitimidad de nuestro gobierno.

En mi humilde opinión, es una discusión un tanto absurda.

Un gobierno es legítimo siempre que haya sido refrendado con los votos y por tanto por los parlamentarios del hemiciclo (recuerdo que nosotros no votamos a una persona sino a una lista de un partido y que una vez finalizado el proceso electoral, son los salientes de dichas listas, los que eligen al presidente). Y ya.

Ahora algo más ampliado, por si lo anterior, no basta.

Para votar tenemos que ser mayores de edad y la razón de ser es que se nos presupone una capacidad de crítica y autocrítica y que somos sufientemente independientes como para ser conscientes de que somos sujetos influenciables.

Si un gobierno, cualquiera, sube al poder mediante falsas promesas no lo convierte en ilegítimo nos convierte a los que lo votamos en ingénuos.

Ejemplo (exagerado y absurdo pero válido): Si el PP propone a Pablo Casado como candidato en la campaña electoral y una vez sacado mayoría o mayoría absoluta propone a Rufián como presidente de gobierno y la votación parlamentaria lo convierte en presidente, no estaríamos ante un gobierno ilegítimo. Quizás esa decisión tendría consecuencias políticas, sociales etc. pero no convertiría al gobierno en ilegítimo.

Otra cosa es que hubiese llegado al poder mediante tácticas ilegales como por ejemplo, un amaño electoral. Ahí sí. Evidentemente.

Después de ser constituido, durante su mandato, también es evidente que un gobierno puede quedar deslegitimado si realiza ciertas prácticas ilegales o antidemocráticas.

Los que votamos (y los que no también) somos corresponsables, nos guste o no, lo aceptemos o no, de la situación política de nuestro país.

Es absurdo e infantil pensar que un político va a cumplir todas sus promesas o peor aún, que pase lo que pase tiene que cumplirlas. Los gobiernos (sean de la ideología que sean) se tienen que ceñir a la realidad actual y no a las promesas preelectorales. Quiero decir que evidentemente que las promesas son exigibles e importantes pero la prioridad es la gobernanza. Lo peor es que los partidos, a modo de marketing político, reuferzan esta idea. Cierto es también que de no hacerlo, no tendría votos... Es una pescadilla que se muerde la cola.

Así que no, que no te engañen, no votas promesas, votas a una persona a la que le cedes el poder para que te represente y para que sea tu voz y tú intención en el parlamento. Estoy seguro que la mayoría no saben ni quien es el cabeza de lista de la papeleta que eligen.