Sobre la futura inteligencia sin consciencia

"Es muy probable que en 100 años hayamos sido sustituidos por otra clase de entidades. Y en dos o tres siglos es muy muy difícil que sigamos dominando el planeta." (Yuval Noah Harari)

Uno de los conceptos que más me han gustado del último libro de Yuval Noah Harari, "Homo Deus: Breve historia del mañana" ha sido el interesante postulado que viene a defender que la consciencia y la inteligencia no deben necesariamente ir de la mano. El autor sostiene con mucho acierto y maestría justo lo contrario, y todo dentro de unas bases científicas bastante ortodoxas en la actualidad.

Lo que normalmente se entiende por inteligencia tiene matices sesgados y subjetivos respecto a la consciencia. Se entiende que la consciencia es el resultado inevitable que un ente obtiene tras alcanzar una alta inteligencia, y que el aumento posterior en el nivel de dicha inteligencia debe ir ligado ya pues a un estado de consciencia aumentada (sea eso lo que sea). En realidad no tiene que ser así, y de hecho, todo apunta a que no es el caso.

Yuval Noah nos explica de manera clara y concisa que la inteligencia es el acto de lograr trabajar y procesar una gran cantidad de información sensible al mismo tiempo que dicho tratamiento algorítmico produce como resultado una buena eficiencia reproductiva y comunicativa (esparcimiento) de esa propia capacidad intrínseca. La vida sería en general así un algoritmo que de manera evolutiva ha ido mejorando durante millones de años la eficiencia en la obtención, computación y distribución de datos e información fenoménica.

Es de perogrullo que cuanto más inteligente es un organismo, más capaz es su algoritmo subyacente para atender a estas tareas de procesamiento y transmisión de información en el tiempo. Existiría así una gradación en todo lo que entendemos como vida de manera que los seres vivos cada vez se agrupan y conforman en estructuras más y más capaces de realizar este mandamiento natural. En el caso particular de la vida en nuestro planeta, el proceso vehicular de toda esta transferencia de información ha sido por supuesto el código genético puesto bajo la presión de la selección natural.

Siguiendo esta línea argumental, sabemos que en cierto momento esta gradación en la capacidad intelectual dio lugar a seres que no sólo poseían una gran inteligencia en el sentido arriba propuesto, sino que además poseían un complemento cognitivo (la consciencia) que ayudó a la adaptación de éste espécimen del género Homo al complejo ambiente en que se movía. Según el autor (y según la mayoría de los trabajos actuales en el este campo científico) esta consciencia mayormente haría las veces de "narrador" y ayudaría simplemente a mantener la armonía de una compleja neurología con ciertas subredes neuronales (subconscientes) que entrarían entre sí en conflicto a la hora de la toma final de decisiones como individuo (concepto ilusorio una vez puesto en perspectiva) .

Pero el punto más interesante del libro es que nos hace ver claramente que ese apoyo cognitivo contingente y local del hombre (su consciencia) no tiene en absoluto una relación directa necesaria e inseparable de la inteligencia. La verdadera inteligencia del ser humano en realidad se encontraría en todos esos procesos subconscientes que luego la consciencia se limitaría torpemente a "narrar" y ordenar. Nuestra capacidad intelectual como especie sería por tanto fruto del enorme poder (instintivo) que tenemos para absorber, procesar y distribuir información de manera constante en el tiempo, y no consecuencia del acto consciente en la toma de decisiones (puesto que incluso se duda hoy día de que la consciencia tenga siquiera poder para tomar decisiones como tal). Y más importante aún, es posible que en algún momento aparezca en la Tierra (o que ya existan ya en otras partes del Universo) seres mucho más inteligentes que nosotros a pesar de que carezcan (porque no lo necesiten) del equivalente de ese apoyo cognitivo que en el hombre supone la subjetividad.

Es más, el escritor nos hace ver que en realidad el ser humano podría actualmente estar ya sirviendo como una especie de catalizador de lo que se podría entender como nuestro sucesor directo en la escalada natural en pos de una "búsqueda" o tendencia hacia una cada vez mayor inteligencia global. Los avances en la inteligencia artificial de la mano de las redes neuronales profundas han sido increíbles en los últimos 5 años. Se han logrado cosas que nadie habría esperado hace apenas una década, y todo apunta a que este avance exponencial no ha hecho más que comenzar.

Es posible por tanto que dentro de un par o tres de décadas la inteligencia artificial sea capaz de acaparar y tratar información en ciertos ámbitos en rangos totalmente inalcanzables para cualquier persona, e incluso para el hombre como especie en su conjunto. Y es que la captación, tratamiento y esparcimiento de información de los modernos algoritmos artificiales que estamos generando son simplemente superiores a las capacidades intelectuales humanas. El modelo neuronal AlphaZero de Google DeepMind por poner un ejemplo es capaz de aprender de manera autónoma mediante un entrenamiento no supervisado a jugar a diferentes juegos milenarios como el Go o el ajedrez a un nivel tal, que simplemente ningún ser humano es capaz intelectualmente de acaparar la suficiente información del estado del juego como para superarle. AlphaZero en este sentido es mucho inteligente que cualquier ser humano puesto que basa su poder de juego no en la fuerza bruta (como era el caso del famoso Deep Blue), sino en una capacidad superior (se podría decir intuitiva y creativa) para entender el estado del juego y actuar en consecuencia. En cierto modo este modelo neuronal de Google supera ya nuestras habilidades subconscientes e intuitivas para estos juegos, y eso a pesar de no poseer ni de lejos nada similar a una consciencia artificial...no obstante hay que notar de nuevo que es mucho más inteligente que nosotros, al menos en estos terrenos (o dominios) de juego.

En resumen: una alta inteligencia no necesita forzosamente de una consciencia de apoyo, ni tampoco una inteligencia con el apoyo de la consciencia o subjetividad necesariamente va a ser más inteligente que un ente o sistema intelectual que carezca de dicho "narrador". Ya existen (muchos) algoritmos con inteligencia sobrehumanas para atender problemas (dominios) concretos, y están proliferando en todos los ámbitos económicos e industriales. Por poner otro ejemplo, los sistemas de conducción autónoma siguen mejorando y es de esperar que en no más de 5 años sean capaces de conducir un vehículo con mayor seguridad y capacidad que cualquier persona (puesto que serán capaces de obtener y atender a mucha más información que nosotros, y de tratarla luego con mucha más eficiencia). Ya hay tests de Peugeot donde demuestran que su sistema de conducción alcanza unos tiempos de respuesta (reflejos) superiores a los de pilotos humanos profesionales a la hora de salvar obstáculos imprevistos. Con el tiempo estos modelos neuronales artificiales serán más inteligentes a la hora de conducir que cualquier humano e; insistamos de nuevo, todo eso a pesar de no poseer nada semejante a una capacidad cognitiva consciente. Estos algoritmos inteligentes cada vez irán arrebatando más y más terreno al hombre hasta que el dominio que sean capaces de abarcar lleguen a cualquier profesión o situación. De nuevo AlphaZero es un buen ejemplo de ello: un algoritmo planteado originalmente simplemente para jugar al Go, fue luego reutilizado casi sin modificar para jugar (y vencernos) a cualquier otro tipo de juego de mesa tradicional (el dominio de aplicación del modelo se amplió así de manera sorprendente). Un sistema similar es por cierto utilizado por otras compañías para derrotarnos en cada vez dominios más amplios, complejos y de información imperfecta (como por ejemplo el juego de ordenador Dota StarCraft).

Evolutivamente (de manera natural) parece pues que la consciencia no es otra cosa más que un accidental apoyo cognitivo puntual que cierto espécimen de la sabana africana necesitó para lograr su adaptación al medio una vez que su cortex y su capacidad craneal empezó a aumentar desmesuradamente. Sin embargo este suceso fortuito no parece tener nada de excepcional. La tendencia natural (evolutiva) del mundo no parece ir dirigida en absoluto hacia estados de consciencia "superior", sino meramente hacia estados intelectuales cada vez más capaces de consumir y distribuir información (en el espacio y el tiempo). No es inimaginable que estructuras más inteligentes que el hombre nos desplacen a nivel mundial dentro de varias décadas (o siglos) a pesar de no poseer consciencia alguna. Lo único que necesitará tal sistema "sustituto" es la suficiente capacidad autónoma para no necesitar del hombre para subsistir, al mismo tiempo de poseer capacidades intelectuales superiores a la humana. La consciencia sobrará de la ecuación porque el Universo tiende de manera natural hacia estructuras cada vez más inteligentes y eficientes, y no hacia estructuras con estados cognitivos conscientes o subjetivos.

Llegará el día en que la Tierra esté quizás llena de objetos inteligentes pero no conscientes, los cuales no obstante serán nuestros descendientes directos. Estos entes serán extraordinariamente eficientes devoradores de información e impresionantes computadores con la habilidad para ejecutar algoritmos con una eficiencia inusitada. Serán ellos los que hereden posiblemente nuestro mundo, y probablemente desplacen con el tiempo a cualquier otro organismo biológico que les impida obtener la energía necesaria para su "costoso" funcionamiento (valga por ejemplo mencionar en este sentido que la moderna minería de criptomonedas -que no es otra cosa que la ejecución de complejos algoritmos matemáticos- consume ya más electricidad que 159 países juntos).

Y es que la cuestión de fondo en todo este asunto que Yuval Noah no ha sabido relacionar (o que ha dejado pendiente para un futuro libro), es la relación directa que existe entre inteligencia, complejidad, información, entropía, termodinámica y consumo de energía. Todos estos conceptos van a nivel físico de la mano como hemos explicado en varias ocasiones en este mismo blog; y todo apunta en una única dirección: el Universo "desea" y tiende naturalmente hacia aquellos estados de máximo consumo de energía libre. Por lo tanto si uno indaga y reduce lo que podemos observar en el fenómeno a bases exclusivamente físicas, podemos observar siempre sin excepción de fondo un objetivo natural y espontáneo hacia sistemas y estructuras con cada vez una mayor capacidad para abolir gradientes y potenciales energéticos.

La historia cósmica parece estar finamente engrasada y dispuesta para lograr por todos los medios su propia aniquilación "térmica" a un ritmo exponencial. Merece la pena mencionar en este sentido el trabajo del profesor Eric Chaisson, el cual explica muy claramente este destacado hecho de la evolución cósmica hacia la complejidad desde su mismo origen. Su obra fundamental en este sentido "Evolución cósmica: El aumento de la complejidad en la naturaleza" (Cosmic Evolution: The Rise of Complexity in Nature) y el trabajo de Yuval Noah vienen en realidad a complementarse y demuestran con viveza que el tratamiento de la información, el aumento en la complejidad estructural y la "búsqueda" natural en favor de aquellos estados que más rápido destruyen el potencial del Universo son diversas caras (interpretaciones) de una misma moneda (física).

Es, como resumen; bastante más que probable que en pocos siglos el hombre, junto con su conciencia, pasen a formar parte de la historia natural dando lugar (cediendo su puesto) a una entidad mucho más compleja e inteligente, capaz de aniquilar y despedazar cantidades de energía a un ritmo que no podemos ni siquiera imaginar hoy día. No obstante posiblemente no serán conscientes en el humanizado sentido del término, y quizás su subjetividad se asemeje mejor a lo que sea que puedan sentir los miembros de un enjambre de abejas (si es que a eso se le puede llamar sentir).

Yo personalmente me aventuro a predecir que serán posiblemente entes u objetos no biológicos (es decir, no basados en el carbono), y que probablemente contarán con miembros de tamaño y labores muy variadas (desde escalas kilométricas a nanométricas). Todo rastro de habilidad cognitiva que sea innecesaria o que pueda "lastrar" al verdadero objetivo termodinámico habrá desaparecido, y por tanto no quedará ningún vestigio de lo que entendemos como arte, cultura o todas esas emociones y sentimientos que perjudican la eficiencia del sistema en su conjunto. No habrá subjetividad (al estilo humano) a nivel individual ni tampoco a nivel colectivo (la individualidad de tales seres de hecho no será fácilmente identificable).

El mundo se habrá centrado por completo en ese momento, al menos aquí en la Tierra, en el verdadero objetivo natural térmico; y todo funcionará como un enorme mecanismo de eficiencia astronómica. En ese momento lo que muchos denominan como Gaia habrá madurado y posiblemente estará listo para diseminar por fin su potencial a otros sistemas de estrellas: la colonización (germinación) habrá empezado.