Recientemente el caso de la eutanasia activa realizada en Madrid por un hombre que incluso grabó un vídeo para que no quedara duda de la voluntad de su mujer ha vuelto a poner el asunto de la eutanasia encima de la mesa. En realidad, eso es parte del gran tema del suicidio sobre el que ha reflexionado la humanidad desde la noche de los tiempos y sobre el que han corrido ríos de tinta defendiéndose todo tipo de posturas, de un extremo al otro. Cioran pensaba que tener la posibilidad de suicidarse era extraordinariamente importante para no hacerlo, el hecho de no ver la vida como una obligación hace en gran medida que no se vea como algo de lo que hay que escapar. En la Antigua Grecia había consenso en que el suicidio estaba siempre justificado en algunos casos mientras que resultaba igualmente obvio que no se podía aprobar el suicidio en cualquier caso y en cualquier circunstancia. El espinoso problema estaba en encontrar el límite entre los suicidios moralmente correctos y los que no lo eran. Lógicamente se defendieron todo tipo de posturas, algunas tan exóticas a los oídos del siglo XXI como que el suicidio del sabio siempre era correcto porque él sabía si estaba en un momento en que era correcto hacerlo (vivir lo que se debe, no lo que se puede) o que los necios están obligados a vivir porque son incapaces de saber si en caso de suicidarse ese acto es un error irreversible o no. Por su parte, pensadores como Séneca vieron el suicidio como el culmen de la libertad y el suicidio como el único acto genuinamente libre. Así pues, había una variedad bastante grande de posturas acerca del suicidio.
Luego llegó el cristianismo que, si bien algunos de sus primeros defensores llegaban a justificar el suicidio en algunos casos, sostuvo una posición extremista al respecto, censurando el suicidio en todos los casos bajo la idea de que la vida no le pertenece al individuo sino al dios único y verdadero que lo ha creado y, en cualquier caso, hay que aguantar todas las penas y tormentos que nos traiga la vida porque forman parte del plan divino. Dentro de esta concepción del ser humano totalmente alienado de sí mismo se ha llegado a ver el suicidio como un crimen más, igual al homicidio pero cometido contra uno mismo. En este sentido ha habido legislaciones que penaban los intentos frustrados de suicidio igual que los intentos de homicidio o incluso más gravemente.
Por otra parte, en los últimos siglos, en el contexto de las cosmovisiones no religiosas del ser humano y dentro de tendencias éticas y políticas marcadamente individualistas, han surgido quienes han defendido el extremo contrario. La vida de cada persona le pertenecería en exclusiva a esa persona y podría hacer con ella lo que quisiera sin tener que dar cuentas a nadie, incluido el acto de acabar con ella. Así, el suicidio sería un acto de moral privada que estaría fuera de la esfera de lo público y sobre el que no cabría crítica legítima. De este modo, tendríamos acerca del suicidio toda una amplia gama de opiniones desde la que censura el suicidio en todos los casos hasta la que lo aprueba también en todos los casos. También es fuente de discordia hasta qué punto esto es un asunto privado o un asunto público. La polémica de la eutanasia se enmarca dentro de este gran tema, el más importante de los tratados por la filosofía según algunos, o incluso el único importante según otros.
Hay casos en que la vida es un tormento y el que lo sufre ni siquiera tiene la capacidad de suicidarse aunque tenga el deseo. ¿Qué postura hay que adoptar en ese situación? ¿Qué opinas acerca de este gran tema?