Sobre el debate sexo/género

Este artículo no pretende ser una lección acerca de la distinción entre sexo y género. Aunque intentaré exponer con la mayor claridad que pueda mi posición sobre el tema, me interesa especialmente generar un intercambio de opiniones y poner a prueba mis ideas. En el artículo evitaré hablar sobre las personas no conformes con su sexo o con orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad, porque me parece que merecería una explicación aparte que elaborarla ahora mismo haría más complejo, ya de por sí, el contenido de este artículo. De este modo, entendiendo que se puedan realizar ciertos cuestionamientos desde estar coordenadas, de momento, me ceñiré a lo más sencillo y quizás, si alguien desea iniciar el debate en los comentarios, podremos abrir ese tema.

Como veréis a lo largo del artículo mi defensa se centrará en un modelo holístico del asunto. Creo que la mejor manera de comenzar sería definiendo que se entiende por sexo, género y otros conceptos:

Jayme (2021, pp. 9-10) define los siguientes conceptos:

·       Sexo:características biológicas de los seres humanos, relativas a la reproducción, según las cuales se diferencian dos formas (dimorfismo sexual): hombres y mujeres. El sexo tiene diferentes acepciones según el nivel de análisis: cromosómico, gonadal, hormonal, genital, morfológico, social, legal, etc.”

·       Género: “se propuso a partir de la década de los setenta al constatar que el término sexo se aplicaba para referir las diferencias entre hombres y mujeres y éstas van más allá del aspecto biológico: se dan en un contexto sociocultural e implican una identificación psicológica del individuo con su contenido. El género se refiere a las características biológicas asociadas a la reproducción –sexo e identidad sexual–, pero también al contenido social que regula los comportamientos de hombres y mujeres en cada momento histórico y el contenido psicológico, la identidad de género, propio de cada individuo. A partir del género se definen dos grandes constructos: la masculinidad y la feminidad”.

·       Identidad de género: “identificación personal con los contenidos del género: experiencia subjetiva de ser un hombre o una mujer. Implica conciencia de uno mismo -como hombre-masculino o como mujer-femenina-, autoimagen y un modelo interior de masculinidad y feminidad, que recoge el contenido sociocultural del género. (…) Se construye -se aprende- durante el proceso de socialización.

·       Identidad sexual: “Sexuación: resultado del proceso de diferenciación individual basado en las características sexuales”.

·       Masculinidad y feminidad: “Constructos que refieren lo que es un hombre y lo que es una mujer, articulados como modelos ideales (arquetipos) del ser humano en función de su género. Responden a las preguntas: ¿Qué es un hombre? ¿Qué es una mujer? ¿Cómo tienen que comportarse? Los contenidos son definidos por criterios socioculturales (varían, pues, según la cultura y el periodo histórico), articulados por los estereotipos de género y expresados según los roles de género. Imponen expectativas sobre el comportamiento de hombres y mujeres a partir de los criterios de normalización que cada sociedad impone e incluyen la personalidad o la inteligencia. Sirven para reforzar las diferencias históricamente atribuidas a hombres y mujeres y que van más allá de las características biológicas.”

·       Estereotipos de género: “describe todo aquello (conductas, rasgos de la personalidad, actitudes o preferencias) que se espera de hombres y de mujeres respectivamente y, por lo tanto, que se considera deseable (…). Afectan a las personas porque:

-       Fomentan identidades de género distorsionadas con respecto a lo que es realmente la persona (ser masculina o femenina, ¿Qué significa en un ser humano?).

-       Inducen expectativas rígidas sobre uno mismo y los demás (afectan a las relaciones).

-       Impiden el desarrollo de los intereses y capacidades individuales al dividir el mundo en dos y limitar las opciones personales según el género.

-       Transmiten ideas falsas, mitos, etc.

-       Refuerzan conductas de desigualdad de género.”

·       Roles de género: “es la posición que un individuo ocupa en una estructura social organizada, se refiere a las responsabilidades y privilegios asociados a la posición. El rol de género se refiere a todo lo que dice o hace un individuo para indicar a los demás o a sí mismo el grado con el que se identifica con el hombre o mujer. Determina, por lo tanto, la posición social del individuo directamente relacionada con su identidad de género, es la expresión pública de la identidad de género”.

Una vez definidos estos conceptos, me gustaría plantear la cuestión que me lleva a escribir este artículo: ¿sexo y género están separados? Es decir, ¿son dos entes aislados que no tienen relación el uno con el otro, o, por el contrario, son dos caras de la misma moneda?

Esta cuestión recuerda al viejo debate de naturaleza/cultura o a la dualidad cuerpo/mente. Por ejemplo, tomando esta última como referencia, y citando esta definición de mente: “el conjunto de capacidades cognitivas que engloban procesos como la percepción, el pensamiento, la conciencia, la memoria, imaginación, etc.”, bien podríamos decir que sin cerebro no hay posibilidad de que ocurran todos esos procesos; del mismo modo, podríamos decir que si no ocurren este tipo de procesos (o un mínimo de ellos) no podríamos decir que tenemos un cerebro funcional. Por otra parte, cuando estamos preocupados, nuestro cuerpo está más tenso, nuestro rostro cambia de expresión, tenemos menos apetito, etc.; por el otro lado, cuando tenemos un dolor físico no estamos con el mejor ánimo, estamos preocupados, enfadados, etc. Es decir, pareciese que más que hablar de elementos separados (cuerpo y mente), podríamos hablar de un mismo sistema donde los cambios en una de sus partes produce cambios en la otra y viceversa.  

Con respecto a la dualidad naturaleza/cultura ocurre algo similar. La RAE define cultura como el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”, a lo que se podría añadir que estos son transmitidos por aprendizaje social. Por tanto, la pregunta sería: ¿es posible crear una cultura de manera independiente al propio entorno físico, geográfico, climático, o a la propia biología?, ¿o realmente las manifestaciones culturales que vemos están en consonancia con todos estos factores? Por ejemplo, pensemos en el sombrero y las botas de los cowboys o la ropa de los tuaregs del desierto. ¿Fue esta moda de vestir realmente casual o tenía alguna relación con el oficio, las horas bajo el sol, el clima, etc.? No cabe duda de que el sombrero de los cowboys protegía del sol y de la lluvia, igual que las botas ayudaban a los trabajos difíciles, y la ropa de los tuaregs ayudaba a combatir el calor.

En definitiva, pareciese que todos estos conceptos fuesen indisociables y se necesitase el uno para poder hablar del otro. De este modo, empecé a concebir la relación sexo/género de un modo similar. Si el género es la “ficción” que tiene que ver con lo aprendido socialmente, entonces tendrá que interactuar de algún modo con el sexo; o dicho de otra manera: el sexo tendrá que tener su propia expresión en el género.

Jayme (s.f.) definía, además del género y el sexo, los estereotipos, identidad de género, la masculinidad y la feminidad. ¿Deberíamos también disociar todos estos conceptos del sexo, o realmente también están unidos? La gran mayoría de personas coincidimos en nuestro sexo, identidad de género y expresión de género ¿es esto casual? ¿Es simplemente porque nos educan así? Y de ser esto último, ¿por qué nos educan así? Creo que se entiende bien por dónde voy. Trato de explicar que aunque es cierto que hay una cultura de la cual aprendemos esos roles, estereotipos, etc., eso no quiere decir que todos ellos no guarden una coherencia, no exista un “hilo invisible” que los una.

Vivimos en una época en la que se nos enseña cada vez más a cuestionar los roles de género, los estereotipos, etc., y creo que el cuestionamiento, hasta cierto punto, tiene mucha utilidad, pues ya no somos esos cromañones que tenían que cazar mamuts y demostrar su virilidad y fuerza frente a las hembras para atraerlas, sino que, más bien al contrario, demasiada virilidad y fuerza, hoy en día, pueden percibirse como peligrosas. Sin embargo, a pesar de todo esto, pareciese que hubiera procesos innatos en todos nosotros que nos llevasen a rechazar o a sentirnos atraídos por ciertos aspectos del otro sexo. Por ejemplo, suele ser algo muy importante para las mujeres que su pareja varón mida más que ellas, y al contrario, para los hombres medir más que la mujer. Este artículo ( y aquí el estudio) encuentra que el héroe de guerra es el tipo de heroísmo considerado más atractivo por las mujeres frente al heroísmo en otras profesiones o deportes; sin embargo, la heroína de guerra no lo es para los hombres. Podemos pensar también por qué el personaje de Cristhian Grey o el actor James Dean resultaban tan atractivos para muchas mujeres, hasta el punto de que la novela que le da nombre a aquel, se convirtió en el libro más vendido de las últimas décadas, y las películas protagonizadas por el otro, fueron auténticos éxitos de taquilla. Podemos pensar también por qué Rita Hayworth, en los años 40, Raquel Welch en los 60, Pamela Anderson en los 80, fueran mitos sexuales de su generación, o por qué la dulce y cándida Doris Day fue apodada “la novia de América”. No es casual. Además de por su físico, estos personajes encarnaban diferentes arquetipos de personalidad representativos de su sexo que atraían a millones de hombres y mujeres.

Por lo tanto, cuando se nos invita a desprendernos de nuestros roles y a cuestionar los estereotipos de género al cien por cien, como si esto fuese algo que no tiene absolutamente ninguna importancia, y fuese incluso hasta indeseable y perjudicial, creo que estamos cayendo en un error. Por ejemplo, se suele hablar en las mujeres de la tiranía que ejerce sobre ellas la moda, los productos de belleza, etc., crítica que tiene mucho sentido; sin embargo, si a través de la forma de vestir de una mujer, de comportarse, de moverse, etc., es decir, a través de todo lo que tiene que ver con el aspecto cultural de la persona, los hombres (heterosexuales) no viesen un reflejo de aquello que es el contrario a ellos, es decir, lo inequívocamente del sexo femenino, entonces esta persona, probablemente, no resultaría atractiva o lo sería menos. Si todo fuese algo neutro no habría polos opuestos que se atrajesen, y el sexo, por definición, es opuesto, dimórfico (inciso: sé que existen las personas intersexuales, pero no entraré en ello en este artículo).

Por supuesto, con esto no quiero decir que no haya muchos tipos de formas de expresar la feminidad y la masculinidad y que estas están en constante reajuste según los tiempos y las necesidades del momento. Hay hombres y mujeres con características que prototípicamente tenemos asociados a lo masculino/a o femenino/a, y está genial, pero sí que es cierto que las características demasiado exageradas de los rasgos de un género en el otro, probablemente vaya a repercutir en una disminución, en general, del impacto del atractivo hacia la mayor parte del sexo opuesto. En otras palabras, no podemos evitar tener ciertos roles y estereotipos de género, porque están conectados con el sexo, con la biología. Que no se entienda mal, no estoy diciendo que las mujeres deban estar en la cocina y los hombres trabajando, o que las mujeres deban ser enfermeras y los hombres ingenieros. No me estoy refiriendo a esto. Simplemente digo que, al igual que no podemos evitar tener ciertos estereotipos y roles con respecto a la edad (cómo es el comportamiento que se espera a según qué edades) tampoco podemos evitar tenerlos con respecto a los sexos, básicamente, porque cumplen una función y están conectados con lo biológico. Podrá haber un debate acerca de cuánto una persona pueda estar traicionándose a sí misma en su forma de ser por cumplir un cierto rol, por contentar a su familia, cuánto esto le obsesiona, cuánto hay de mitos en la masculinidad/feminidad, pero, al no poderse separar el sexo del género, ni de la identidad de género, ni de la masculinidad/feminidad, jamás podremos evitar que haya cierta tendencia a querer parecerse, en mayor o menor medida, a aquellos modelos referentes a nuestro sexo. Por lo tanto, no todo eso que llamamos “roles de género” y “estereotipos de género” es nocivo y fue diseñado por ingeniería social para oprimir a unos o a otros. No, cumple una función y no puede separarse de una realidad biológica, nos guste o no. Y no puede ser casual que sea justamente hoy en día cuando se inicia un debate social en torno a esto. Los tiempos han cambiado, se suele decir, pero han cambiado porque las condiciones materiales cambian, y si estas cambian, la cultura cambia. ¿A qué me refiero con las condiciones materiales? Me refiero a que, si hoy en día, un hombre o una mujer pueden “permitirse” alejarse del prototipo de masculinidad/feminidad dominante en otras épocas, es justamente porque ese rol ya no es tan necesario, e incluso, ahora mismo, lo necesario es que se pueda incluir algo del rol opuesto. Por ejemplo, un mujer puede conducir un coche para ir trabajar mientras su marido se queda cuidando del bebé en casa. Esto puede hacerse ahora mismo, porque los modelos de “masculinidad y feminidad” son flexibles y se van adaptando a las necesidades y oportunidades que brindan los nuevos tiempos con sus avances tecnológicos. Pero, en el fondo, una mujer o un hombre no van a esperar que su pareja piense, actúe y sienta como algo de género neutro, sino que va a esperar encontrar en el otro las características distintivas que le es imposible encontrar en su propio sexo, y no solo es que lo espera, es que lo desea. Por supuesto, con los matices correspondientes: habrá mujeres que les gusten los hombres más sensibles, cariñosos, etc., y habrá mujeres que les gusten los hombres más varoniles, dominantes, etc. Pero a pesar de estas diferencias, la percepción dominante tendrá que ser que está con un hombre, es decir, que se sienta, en mayor o menor medida, en la pareja aquello que le hace distintivo de su sexo, insisto, con toda la variedad de matices posibles. En otras palabras, la mujer esperará encontrar una “esencia” masculina y el hombre una femenina, con el matiz de que cada persona después tendrá sus propios rasgos de personalidad y características más o menos definidas socialmente como masculinas, o más o menos definidas como femeninas.

En resumen, no somos iguales. Por definición, hay diferencias entre ambos sexos y estas van a tener su expresión en la cultura sí o sí. Al igual que no podemos pensar que mente y cuerpo son dos aspectos separados, tampoco podemos pensar que sexo y género sí lo sean. Son dos caras de la misma moneda. Del mismo modo, sexo, género, identidad de género, roles de género, etc., por el mismo motivo, han de ser diferentes caras de un mismo dado.

Esta es mi reflexión. Espero que os haya gustado. Espero vuestras críticas y comentarios.

Gracias.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Jayme Zaro, M. (2021). Diferencias entre grupos: sexo, género y edad.  Psicología de las

diferencias individuales. FUOC.