O se me ha estropeado el detector, o creo que hay gente por aquí que se alegra de que cierren bares.
A lo mejor la idea es que dediquemos nuestros esfuerzos a otros negocios, pero de ese modo sólo puede pensar gente que no ha leído ningún libro o, peor todavía, gente que sólo ha leído uno o dos.
Cuando se cierra un tipo de negocio, no significa que eso vaya a convertirse en otro que nos guste más. Un bar cerrado no es una tecnológica abierta. Un bar cerrado no es una ayuda a la industria. Un bar cerrado no es ni siquiera un alcohólico menos. Es, como mucho, una subvención al psiquiatra, un subisidio que alguien va a pedir y un local más vacío.
No es un juego de suma cero. Cerrando bares no sumaremos industria. Los que hablan de cerrar bares para cambiar el modelo productivo no piensan que sobren los bares: piensan que sobras tú, que ibas a ellos, o que sobro yo, que aún juego al tute. Por lo que sea, no les gusta nuestro modo de vivir. Y sobramos.
Los que celebran cierres no piensan en crear nada. Sus ideas pasan por crear industria pública (un paso muy posterior en la cadena) o en reciclar a la gente. Pero su concepto de reciclar a la gente es el mismo que el de Ecoembes con el plástico: incinerarla.
Te dicen que sobran bares. Te dicen que sobran coches. Pero en realidad, si lees entre líneas, lo que te dicen es que sobras tú.