Sin referentes no hay contra quien rebelarse

No sé a cuántos os sonará este consejo: Empieza desde abajo y si vales ya irás subiendo.

Mal, el mundo no funciona así. Lo hemos descubierto a golpes, si empiezas desde abajo tú mismo te señalas y te quedas fuera del sistema, marcado para siempre que alguien que puede ser explotado a menor coste.

No venía aquí a contaros esas rayadas: los temas de cómo los referentes impactan la vida propia ya sea para saber qué trabajos buscar, qué puertas tocar, que salarios de entrada pedir son para otra ocasión. Venía a señalar lo difícil que es ver a quien se lo lleva todo crudo, al antiguo señorito actual dueño de edificios en alguiler o empresas de chanchulleo varias, a los que no necesitan trabajar pero nos obligan a todos los demás a mantener el ritmo para garantizar sus dividendos.

Me ha hecho pensar que mismo los que trabajamos en multinacionales, que conocemos a los director a nivel regional o global no vemos a esta gente, la que maneja de verdad. Lo pensaba en un transbordo en Zurich (porque la economía ya no está para pagar vuelos directos a empleados sin pedigrí), donde redescubrí ese mundo de las tiendas de lujo por doquier ocupándolo todo, las mismas que vi hace no mucho en un centro comercial justo en la Plaza Roja de Moscu. Y me he dado cuenta que ya solo quedan muestras testimoniales de ellas en los demás aeropuertos, el público que vuela ya no maneja. Somos la nueva ola de curritos y nada más. 

Siguiendo el hilo de pensamiento me acerqué a Swarovsky, tienda de la que soy muy fan desde que no levantaba dos palmos por todo el brilli brilli que tiene. Supongo que no sabéis cuál es la nueva colección de este año pero os ilumino: piezas que rondan los 400€ de cristales grandes como puños, de los que gritan MÍRAME cuando alguien los lleva. 

Como lo de esta imagen todo: collares, pendientes, anillos... La diferencia con otras colecciones es que esta vez no he visto a absolutamente nadie llevarlos pero lo que está claro es que si lo han sacado es porque su público objetivo lo compra. Un público que está todalmente fuera de nuestro circuito pero que no duda en quemar billetes y que se vea.

Sólo digo que nos sacamos los ojos entre nosotros en una pelea en el barro por las migajas que vemos porque el pastel lo tiene otro y ni nos damos cuenta.