Sánchez, Pegasus y Palestina

Lo malo de la edad es que, a partir de cierto momento, empiezas a pensar que las explicaciones sencillas son probablemente falsas, y las complicadas, mentiras. El matiz es importante, y ahí se queda uno, en medio de las preguntas sin responder y de los indicios de que algo no marcha bien en ese reloj que ha dado trece campanadas. Porque eso es lo que acaba de hacer nuestro Presidente del Gobierno: dar trece campanadas.

En su carta, dice estar harto de los ataques infundados de la derecha y la extrema derecha, y que ante los ataques a su esposa, de la que está profundamente enamorado, ha pensado incluso en dejar el cargo, y que se toma unos días de reflexión para decidir sobre su futuro. Vale. Que está hasta los huevos y que, a ese precio, quizás el poder no valga la pena. Bien.

Pero el caso es que, los que reconocemos su gran talla política, seamos o no cercanos a su ideología, no tenemos más remedio que alzar una ceja con el máximo escepticismo. Y entonces es cuando procede analizar la situación.

Es un hecho que su esposa está siendo atacada. Como para mí todo el mundo es inocente, y digo todo el mundo, hasta que no se demuestre con pruebas lo contrario, doy por hecho que la esposa del Presidente también lo es. Y entiendo el cabreo de Pedro Sánchez ante los ataques que su mujer recibe. Pero en semejante situación, un político de su talla y experiencia, lo que hace normalmente es reflexionar en privado, hablarlo con sus allegados, y anunciar su decisión. No tiene lógica posponer cinco días el veredicto.

Mejor aún, abordemos el tema desde la óptica de los hechos. Pedro Sánchez ya es Presidente del Gobierno. Ganó la investidura con su enorme habilidad y capacidad de pactar hasta con Darth Vader. Para desalojarlo del poder, tendría que votar en su contra y junto a Vox alguno de los cuatro partidos nacionalistas, cosa que se antoja impensable a día de hoy. ¿Qué gana amenazando con su renuncia? Esto podría tener un sentido político a pocos meses de unas elecciones, pero el caso es que puede aguantar aún tres años en el puesto sin convocar elecciones. ¿Qué sentido político y electoral tiene un acto tan teatral como el suyo en semejante momento?

¿Y a quién dirige su carta? Dice que a los españoles, pero los españoles no están convocados a las urnas. ¿La escribió por falta de cariño? Venga, hombre, no me jodas...

Tenemos, pues, dos hechos: que escribió una carta a no se sabe quién, y se dio cinco días para tomar una decisión. Por lo tanto, mi opinión es que la carta va dirigida a quien sea que le pudo dar algún tipo de ultimátum y lo que gana es tiempo. Tiempo para desactivar la bomba, la que sea, que tiene el bajo el culo.

Y ahí es donde hay que especular más allá de lo obvio. ¿De dónde puede venir una amenaza creíble?

En primer lugar, de un tipo del estilo de Ábalos o Koldo que no quiera marcarse un Bárcenas y no tenga el menor deseo de ser fuerte. Eso significaría aceptar que en los ataques contra la esposa de Sánchez podría haber algo de verdad y hemos dicho ya que no vamos a ir por ese camino. Pero la posibilidad existe y se enumera.

En segundo lugar de las filtraciones de Pegasus. Vete a saber lo que había en aquellos más de seis Gigas de material que robaron, presuntamente los marroquíes, con un software israelí. No digo que la extraña espantada del Presidente tenga que ver con esto, pero hay que tenerlo en cuenta. Mi opinión personal es contraria a esta opción, porque si hay que darle leña al Sähara, se le da. Si hay que enemistarse con Argelia, pues se hace, etc. Es decir: que antes que dimitir, o amenazar con hacerlo, Sánchez hubiese preferido acomodarse a los deseos de Mohamed, y aquí paz y después gloria. Pero vete a saber lo que había en todo ese material y, como antes, la posibilidad existe y se enumera.

Y en tercer lugar, puede que alguien de arriba, muy arriba, le quiera cobrar su apoyo a la causa Palestina. Pedro Sánchez se ha mostrado muy valiente y comprometido en este tema y no me extrañaría en absoluto que alguien quiera exhibir su cabeza como ejemplo y escarmiento para los demás políticos europeos, o no tan europeos, que se atrevan a enfrentarse a la verdad oficial de lo que está pasando en Gaza. Y aquí no le estarían pidiendo nada a cambio: simplemente quieren su cabeza en una pica y sus huevos en un bote, por venganza, para demostrar quien manda, y para que los demás espabilen y apoyen a quien hay que apoyar.  

Escribo esto hoy viernes para no escurrir el bulto. Si llegado el lunes, el Presidente suelta un discurso agradeciendo los apoyos y diciendo que su deber es lo primero y bla, bla, bla, estaremos ante lo que a mi me parece una mala jugada, porque seguirá siendo tan presidente como la semana anterior y con las elecciones igual de lejos, pero habrá mostrado su flanco débil, es decir, la clase de ataques que realmente le duelen.

Si, por contra, nos dice que no vale la pena y es mejor marcharme, disculpadme, pero no conseguiré creerme que sea por los ataques a su esposa. Será por una de estas tres razones o por cualquier otra.