¿Se puede meter con calzador, en una saga, una historia de amor sin pies ni cabeza que altere un personaje de manera decisiva? Se puede, pero no se debe.
No voy a hablar aquí sobre si Arturo Pérez Reverte tiene razón o no al llamar moñas a James Bond de No Time to Die (moñas o blandengue o lo que sea), sobre todo porque aún no he visto la recién estrenada película final de Daniel Craig. Tampoco voy a hablar sobre los desparrames de guión en los últimos 25 años con Barbara Broccoli (ni los de antes con su padre Cubby), como (atención, SPOILERS) convertir al legendario Blofeld, a través del instructor de esquí Hannes Oberhauser, en ¿¡¿hermano?!? ¿de Bond? como si un recurso barato de culebrón se tratara.
Hablo de la relación entre Madeleine Swann y James Bond.
Veamos primero cuáles fueron (en las novelas y en las películas, pero vistos a través de éstas) los grandes amores de Bond: Vesper Lynd y Teresa di Vicenzo.
La primera, Vesper Lynd, un amor joven (Bond ya estaba en la treintena) para alguien emocionalmente pardillo. Desde la primera vez en que la ve, ella le cautiva; él, hombre acostumbrado a manipular a las mujeres, se encuentra la horma de su zapato, una mujer que le barre intelectualmente. Aún así, durante su movida relación él termina despertando en ella primero el aprecio, luego el cariño y, finalmente, el amor, pero no como algo fortuito ni súbito sino que crece y crece, con el paso de los días, con el paso de las semanas. La historia solo puede tener (atención, SPOILERS) un desenlace trágico, ya que ella es una agente doble sobre la que Quantum/Spectre ejerce un chantaje a través de un amante que usan para manipularla. Pese a la traición, la seguirá amando toda su vida, aunque el trauma le volverá más alcohólico, más misógino y más emocionalmente distante.
La química en pantalla entre Eva Green y Daniel Craig es abrumadora, beneficiándose de un buen guión y de una aún mejor dirección de Martin Campbell.
La segunda es Teresa Tracy di Vicenzo. Niña mimada, marcada por un mal matrimonio y la pérdida de su único descendiente, entró en una espiral autodestructiva. Bond (atención, SPOILERS) la salva, primero, del suicidio y, luego, de la humillación pública por impagar en un casino poniendo el dinero que ella dejó de poner; ella le paga con sexo tras una discusión subida de tono aunque, por la mañana, le deja el dinero que él había puesto dejando claro que el sexo ocurrió porque ella quiso. Más adelante el padre de ella, mafioso corso, ofrece dinero e información sobre Blofeld a Bond a cambio de casarse con ella y civilizarla. Ofendida por ser parte de un trato, Bond le hace saber que realmente ella le gusta (no es cualquier cosa, recordemos que esto ocurre después de Vesper Lynd) y comienzan un idilio. Como puede verse, no es flor de un día (eso sería en todo caso el escarceo en Estoril), sino que el amor nace y crece durante semanas juntos. Tras los eventos en Piz Gloria, se casan, pero Blofeld se venga de que Bond frustrara sus planes con la ayuda del padre de Teresa emboscándolos a la salida del banquete; él sobrevive, pero ella muere.
Fuera de pantalla, George Lazenby y Diana Rigg no se llevaban en absoluto, ella no le tragaba y/porque él se comportaba como un mastuerzo. Pero en pantalla, la química entre los personajes era considerable, no tanta como entre Craig y Green en Casino Royale pero muy importante para la historia de amor.
¿Y Madeleine Swann en Spectre? (atención, SPOILERS)
- la conoce en Austria y acto seguido la rescata
- luego pasan una noche en Marruecos, sin sexo
- luego montan en un tren donde ella le salva la vida y, minutos después, tienen sexo
- les llevan a la guarida de Blofeld, donde ella vuelve a salvarle...
...¿y ya se aman? ¿por qué? ¿porque lo dice el guionista?
Spectre es una película terrible, con decisiones como las comentadas al principio, y, lo que es peor tratándose de 007, aburrida. Pero es que además, si quieres crear una historia de amor que haga que un asesino sin escrúpulos pero con, digamos, amor por la patria se plantee dejarlo todo por la mujer amada, la historia debería tener sentido y atractivo. Peter Hunt lo hizo bien en On Her Majesty's Secret Service; Martin Campbell lo hizo mucho mejor en Casino Royale; en cambio, lo de Sam Mendes en Spectre fue penoso, curioso porque, aunque fuese (atención, SPOILERS) en plan materno-filial, la historia de amor entre Bond y M (la auténtica chica Bond de la película) en Skyfall y que viene desde Casino Royale sí funciona y sí apetece verla. No creo que sea culpa de Léa Seydoux, o quizá en parte sí, la cuestión es que ese romance es una estafa cinematográfica.
Como dije, no he visto aún No Time to Die. No sé si Phoebe Waller-Bridge y Cary Joji Fukunaga habrán gestionado mejor el desastre que dejaron como herencia Sam Mendes, John Logan y Jez Butterworth; sé que en ambos casos como desde hace años están Purvis y Wade, quienes, considerando que fueron los guionistas únicos de Die Another Day, solo pueden tener culpa de lo malo y no ser responsables de lo bueno. Lo que sí sé es que los personajes son lo que son, si se quiere escribir historias diferentes lo suyo es crear historias diferentes, no forzar personajes existentes a ser otra cosa; y si, a pesar de todo, se empeña la gente en forzar cambios en los personajes, por favor señores guionistas, escriban cosas con sentido, por favor señores directores, hagan que la cosa tenga sentido en pantalla.
O sigan perpetrando disparates mientras les resulten taquilleros porque, total, en ese caso y en última instancia la culpa será, a pesar de la propaganda, de la audiencia.