En España hay un partido político que tiene un problema grave.
EL otro día escuché una conversación que incluía la frase con la que he titulado el artículo y, aunque acababa de llegar al bar, no tuve ninguna duda sobre a quién se referían. O sea que cuando se habla de un culo en venta todo el mundo sabe de qué culo en concreto se está hablando. ¿Hay un problema peor?
En este país se puede acertar o puede uno equivocarse, puede uno robar incluso o incumplir promesas, en serie o en paralelo, pero cuando en la calle te identifican como trasero mercenario, o afrancesado, te puedes ir encargando el réquiem. Y si te acusan de las dos cosas, no te libra ya ni dios.
Será por forofismo, por sectarismo, por cainismo o por folclore nacional, pero aquí hace siglos que lo tenemos claro : se persigue mucho más al hereje que al infiel, más al traidor que al enemigo.
EL señor Culoenventa ya puede ofrecer la piedra filosofal si le parece. Sus votantes acaban de convencerse de lo obvio : que si quieres que gobierne la derecha, hay que votar a la derecha, y si quieres que gobierne la izquierda hay que votar a la izquierda.
Esos cálculos de votar al agua tibia para que modere tanto a la fría como a la caliente, funcionarán en países con menos tradición de guerras civiles. Aquí, al que quiere vivir de quedarse en medio y hacer de juez donde no lo llaman, le caen hostias de todas partes.