Estos últimos días hay un par de noticias que me han llamado la atención: la policía atacando con perros a los manifestantes en los Países Bajos y el presidente francés diciendo que "tiene muchas ganas de putear a los antivacunas".
Para evitar "clavos ardiendo" y posibles respuestas facilonas, empezaré por decir que estoy vacunado y que sí utilizo la mascarilla en zonas transitadas. Dicho esto, me parece increíble la facilidad con la que estamos aceptando que se actúe de una manera que, en otras circunstancias consideraríamos abusiva o incluso delictiva.
Las hostias que se vieron, además de la utilización de perros, en las manifestaciones en Países Bajos son igual de reprochables cuando la víctima es un "negacionista", que un "rojo", un sindicalista o una señora que iba a vota en el referendum indepe. La policía tiene unos protocolos y cualquier exceso es condenable, y no, no está bien "mirar para otro lado" según quien sea el que recibe los golpes.
Podremos pensar que los "negacionistas" serán esto o lo otro, pero eso no legitima ni los golpes, ni los excesos de ningún tipo, incluído Macron y sus particulares "ganas de putear". Es impropio de un presidente decir con tanta alegría que va a "putear" a una parte de la población por sus creencias, que sean erróneas o acertadas es irrelevante. Menos aún encuentro motivos para festejarlo. Tiene la capacidad de legislar y actuar según su criterio y, si sobrepasa los límites, hay mecanismos para evitarlo. Pero ¿putear?, ¿en serio vamos a aceptar este tipo de vocabulario y actitudes porque "se lo merecen"?
Hasta que llegue otro presidente con ganas de "putear" a otros y de rienda suelta a sus perros para atacar a quienes protesten.