En este artículo se propone un modelo socioeconómico alternativo, que podría lograrse revisando el modelo actual con algunas medidas para transformarlo progresivamente.
Algunos de los principales problemas del modelo actual y los objetivos que se plantean son:
Problemas --> Objetivos
- Desigualdad y pobreza --> Mejor distribución de la riqueza, más igualdad
- Paro, trabajo precario --> Pleno empleo, trabajo decente menos horas
- Falta de sostenibilidad --> Modelo sostenible
- Excesivo impacto en la naturaleza --> Proteger y cuidar la naturaleza
- Individualismo --> Más cooperación, sentimiento de comunidad
Las cuatro medidas que se proponen para alcanzar el nuevo modelo son las siguientes:
1. Aplicar una renta básica para garantizar que se cubren las necesidades básicas.
2. Reparto del trabajo. Con el avance tecnológico muchos trabajos van a desaparecer y cada vez va a ser necesario trabajar menos. Sin embargo, es importante que haya reparto del trabajo, trabajando menos horas, para que todo el mundo pueda trabajar; así como reparto de la riqueza para que todo el mundo pueda tener una vida digna. Repartiendo el trabajo, se puede terminar con el paro, y además, al trabajar menos horas, se podría disfrutar más de la familia, los amigos y el ocio.
3. Reforma fiscal. La tendencia actual es de concentración de riqueza y aumento de la desigualdad. Reducir las desigualdades no es sólo una cuestión moral, sino que probablemente sea mejor para la economía en general. Para ello se propone:
a) Una fiscalidad más progresiva. Que los que más tienen, paguen más.
b) Obligar a las multinacionales a pagar sus obligaciones fiscales en el lugar donde realizan sus ventas, para evitar la evasión fiscal.
c) Combatir los paraísos fiscales. Está muy relacionado con el punto anterior.
4. Ajustar los precios con el coste medioambiental de todo el ciclo (materias primas, producción, transporte, gestión de residuos…). Aplicando penalizaciones y/o incentivos teniendo en cuenta el coste medioambiental, se pretende reducir el impacto ambiental y alcanzar un modelo sostenible. Esto ya se ha comenzado a hacer con el impuesto al carbono, pero se propone extenderlo. Hoy en día, el producto más barato no suele ser el más ecológico (sino muchas veces lo contrario), por lo que toda la responsabilidad recae en el consumidor.
a) Producción. Si las empresas que emiten más dióxido de carbono (CO2), u otras emisiones contaminantes, tienen que pagar más, los precios regulan el mercado premiando a los que contaminan menos, y a las empresas les interesará producir contaminando menos.
b) Transporte. Igualmente, se pueden tener en cuenta las distancias del transporte, de forma que por ejemplo la fruta que viene del otro lado del planeta cueste necesariamente más (penalizando las grandes distancias). De esta forma se favorece el comercio local. Los consumidores podemos mirar el origen y comprar consecuentemente, pero es mucho más efectivo regular con el precio.
c) Gestión de residuos. De forma similar, se debe tener en cuenta el coste de gestionar los residuos, penalizando o premiando a las empresas, de forma que repercuta en el precio de los productos, y para el consumidor resulte más económico un producto cuyo envase se recicla, en comparación con un envase que se debe desechar.
No basta con buenas intenciones y acciones de unos pocos. La clave para conseguir algunos de los objetivos que se plantean es que la solución más interesante para cumplir dichos objetivos coincida con la solución más interesante económicamente para la mayoría de la gente. El problema es que esto no es obvio, a menudo se tiene miedo a que la alternativa pueda ser peor, individualmente y a corto plazo, o se piensa que las cosas no se pueden cambiar.
Estas cuatro medidas, perfectamente factibles, implicarían un cambio muy significativo hacia el nuevo modelo que se propone.