El nuevo intento de EE.UU. por desacreditar a China

En julio de 2021 la administración del presidente Joe Biden volvió a criticar al gobierno chino. Esta vez responsabilizaron a Pekín de organizar la actividad criminal en el ciberespacio, lo que representa una gran amenaza para la seguridad nacional de EE.UU.Según las acusaciones presentadas por Washington, Pekín ha creado los equipos especiales que llevan a cabo operaciones cibernéticas no permitidas a nivel global, incluso para obtener beneficios económicos. La parte estadounidense está segura de que el gobierno chino protege a los piratas informáticos que usan el software malicioso contra empresas privadas occidentales y piden luego un rescate de millones de dólares. Se señala que los hackers ligados con el Ministerio de Seguridad Pública de China se dedican al robo de propiedad intelectual de EE.UU. y sus aliados en beneficio de empresas estatales chinas. En declaraciones a la prensa, el Departamento de Estado estadounidense califica de perturbador y desestabilizante el comportamiento de Pekín. El gobierno de China es acusado de apoyar a los grupos de piratas criminales que llevan a cabo ciberdelitos. Estados Unidos y los países occidentales muestran su determinación para hacer frente común contra la anarquía cibernética china. Washington advirtió a China que sus acciones destructivas tendrían consecuencias inevitables. Está la cuestión de cómo Pekín reaccionará a esta adevertencia. Hace poco el Departamento de Justicia de EE.UU. reveló cargos contra cuatro ciudadanos chinos, acusándoles de realizar operaciones de ciberespionaje. Según informó el representante del Departamento de Estado, los ciberataques fueron destinados a adquirir información confidencial, incluso investigaciones sobre enfermedades infecciosas. Los acusados presuntamente son agentes del MSS de la República Popular China, responsables de coordinar las actividades de los hackers. Se les acusa de haber llevado a cabo una campaña de hacking, centrada en los sectores de defensa, aviación, marítimo y biofarmacéutico, infringiendo en sistemas de computación de entidades y organizaciones occidentales. Los datos robados incluían tecnologías sensibles utilizadas para vehículos autónomos, fórmulas químicas especiales, proyectos militares y los secretos comerciales, que proporcionaron a las empresas de propiedad estatal de China la ventaja competitiva en el mercado mundial.Básicamente todo esto forma parte de la campaña de descrédito de la Casa Blanca contra Pekín, que ha entrado en una nueva fase. El gobierno de EE.UU., entre otras cosas, muestra su determinación para impedir cualquier intento de dañar sus intereses. Además, es probable que Washington quiera aprovechar la situación para llamar la atención de sus aliados y ponerlos de su lado en esta guerra geopolítica.