Hace unos años, cuando yo vivía en Italia, pasé una tarde en un pueblo a medio camino entre un kibutz y una comuna hippie. El pueblo se llama Nomadelfia y fue fundado en los años 40 en los terrenos de un campo de prisioneros de la II Guerra Mundial con la premisa de seguir el Evangelio.
Lo primero que llama la atención del visitante de ese pueblo es que no hay apenas coches por las carreteras ni ante las casas. Evidentemente, se llega por carretera (está cerca de Grosseto en la Toscana) pero sus habitantes no necesitan transportarse lejos. Ellos mismos te explican que dentro de Nomadelfia tienen todo lo que necesitan y que si van de viaje usan autobuses para ir todos juntos.
En esa localidad viven unas 300 personas agrupadas en unas cincuenta familias y se organizan de una manera similar a los kibutz, con un sistema de trabajo eminentemente agrícola y compartiendo todo lo que ellos mismos producen. A efectos de la República Italiana son una organización similar a una ONG y la Iglesia les denomina "parroquia". En los años 90 tuvieron bastante difusión porque Juan Pablo II fue a visitar el pueblo en una ocasión.
La historia de Nomadelfia
La ciudad fue fundada por el sacerdote Zeno Saltini, que nació en la zona de Módena y ya durante la II Guerra Mundial comienza a trabajar para ayudar a niños abandonados, para lo que contó con el apoyo de unas mujeres “madres vocacionales” y otros sacerdotes. Tras acabar el conflicto bélico ocupan el campo de prisioneros de Fossoli, al Norte de Italia, y redactan la primera Constitución de Nomadelfia (que textualmente significa “donde la ley es fraternidad”).
Pronto se corre la voz y acuden a la zona más niños abandonados y se asientan las primeras familias que buscan vivir como las primeras comunidades cristianas. En paralelo, crean un movimiento político, el “Movimiento de la Fraternidad Humana” con el que buscan potenciar la democracia directa, cosa que no es bien acogida ni entre los políticos ni entre las autoridades eclesiásticas, que hacen fuerza para la disolución de Nomadelfia en el año 1952. El Santo Oficio obliga a Don Zeno a dejar Fossoli y es entonces cuando ocupan los terrenos cercanos a Grosseto donde se encuentran ahora mismo.
Ya hay más de 700 nomadelfios (el nombre es con el que se definen ellos) y el cura pide al Papa poder abandonar el ejercicio de su sacerdocio, cosa que le es concedida un año más tarde. Aunque en ese momento ya solo quedan 400 habitantes, comienzan de nuevo los trabajos en la comunidad que se organiza en grupos familiares formados por unas cinco familias.
Diez años más tarde Saltini pide volver a ser admitido como sacerdote (cosa que no es muy habitual en la Iglesia católica, ya os lo digo) y se le concede ser el primer párroco de Nomadelfia y como tal ejercerá hasta su muerte.
La organización de Nomadelfia
Como os decía, la población de Nomadelfia, que ahora mismo ronda las 300 personas, se organiza en grupos familiares formados por cinco familias cada uno. Las familias las encabezan matrimonios y “madres vocacionales” que se comprometen a acoger a los niños abandonados como si fueran propios, y que además cuidan a sus propios hijos (los hijos de las familias, porque las madres vocacionales hacen voto de castidad).
Todos los bienes que hay en la comunidad son comunes y no funcionan con dinero. O al menos eso dicen, porque en el centro de visitantes te ofrecen hacer donativos y te venden sus libros que hay que pagar en euros de curso legal. Eso sí, los pocos que trabajan fuera del pueblo sí pueden ganar dinero pero sus beneficios luego recaen en la comunidad que es quien lo administra.
La República Italiana les dio permiso para educar a los niños dentro del pueblo en los años 70 y solamente si quieren acceder a la universidad tendrían que examinarse fuera del essame di maturitá, que es equivalente a nuestra selectividad. En ese sentido son autosuficientes, y además la educación (católica por supuesto) es obligatoria hasta los dieciocho años.
En Nomadelfia hay televisión pero, tal y como explican en su web “el uso de la televisión es libre para informarse, mientras que se realiza una elección de los programas visibles que se transmiten por cable en una emisora interna”. Por lo tanto, es posible que vean la RAI muy fragmentada y poco más, aunque cuando estuve allí no me dio tiempo a profundizar en ese tema.
Además, en el pueblo no hay tienda sino un almacén desde el que se reparte la comida, las ropas y cualquier cosa que los grupos familiares necesiten. En la visita nos explicaron que bastaba con pedirlo y lo tenían en el reparto (para el que usan una furgoneta), aunque, eso sí, siempre abogando por la “pobreza evangélica”.
La organización del trabajo
Uno de los lemas del fundador de Nomadelfia, tomado de los anarquistas, es “ni siervo ni amo” y es la base para la organización del trabajo. Todos los miembros tienen que estar disponibles para cualquier trabajo, pero no hay jefes ni empleados.
Por supuesto, nadie cobra por los trabajos que realizan (que son en su mayoría agrícolas) y la mayoría de tareas se hacen por turnos rotativos, en función de las cualidades y la edad de cada persona.
Si os ha entrado curiosidad, sabed que no hay que pedir cita previa para visitar este lugar pero que si os queréis quedar os van a hacer muchas preguntas y os pondrán a prueba un periodo de tiempo.