"Morir! Tremenda cosa!"

4 de Marzo de 1960. Se está representado "La forza del destino", de Verdi, en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Las estrellas masculinas de la representación son el barítono Leonard Warren, que hace de Don Carlos, y el tenor Richard Tucker, que interpreta a Don Álvaro.

La historia que cuenta "La forza del destino" es digna de un culebrón venezolano, pero se desarrolla entre España (Sevilla y Córdoba) e Italia a mediados del s. XVIII, con caballeros, amores entre jóvenes de diferente alcurnia, muertes accidentales, casualidades y duelos a espada.

En ese momento, Leonard Warren estaba en el cénit de su carrera, con una voz impresionante, una interpretación de calidad, admirado, respetado y muy valorado.

En una de las escenas principales, después de que Don Álvaro salvase en la guerra a Don Carlos, ambos sin saber quién es el otro, pero siendo uno el causante -accidental- de la muerte del padre del otro y el otro el hijo del muerto, Don Álvaro resulta malherido. Don Carlos lo lleva al matasanos y, creyendo que va a morir, Don Álvaro le confía las cartas de su amada, hermana de Don Carlos e hija del asesinado.

En ese momento de la ópera, Warren/Don Carlos, sólo en el escenario, y antes de abrir el fajo de cartas que ha prometido no abrir (él sospecha algo…), inicia el recitativo que comienza, refiriéndose a la posibilidad de que Don Álvaro muera, con "Morir! Tremenda cosa!", que continúa con el aria que comienza con "Oh, urna fatale!". Aquí el "Morir! Tremenda cosa!" cantado por Warren:

Termina el aria, recibe la aprobación del público mientras se mueve hacia la izquierda del escenario, esperando la entrada de otro personaje y, en ese momento, cae de bruces, a plomo……………

Entra en escena Roald Reitan, barítono, como "el Cirujano", para decirle que, ¡oh, buenas noticias!, ha conseguido salvar a Don Álvaro, pero Warren/Don Carlos no responde con la siguiente frase, no contesta: está tendido en el suelo, inmóvil.

Tras unos momentos de incertidumbre, Reitan corre a donde está Warren tendido y le levanta la cabeza. Las personas en el público, entre murmullos, no alcanzan a oír que Warren le dice a Reitan "ayuda, ayuda…" antes de desmayarse, sólo pueden ver como Reitan mira desesperado a derecha e izquierda y oyen como alguien grita "¡Abajo el telón!". Lo atiende el médico del Metropolitan, le administran oxígeno de la enfermería, intentan la respiración boca a boca, pero no hay nada que hacer. Monseñor Edwin Broderick, de la catedral de San Patricio, que estaba entre el público, sube al backstage para administrarle la extremaunción. Warren muere poco después de las 10.

Mientras todo esto ocurre, alguien del personal del Metropolitan sale delante del telón para decir al público que Warren se ha sentido indispuesto, que se haría un intermedio y que la representación continuaría en cuanto llegase al recinto su sustituto, Mario Sereni.

Warren es trasladado rápidamente al hospital, donde sólo pueden certificar su muerte. No se hizo autopsia, pero se cree que murió de una hemorragia cerebral masiva, con 48 años de edad, en el culmen de su carrera, considerado uno de los más grandes barítonos de su época.

Mientras, en el Opera House, a las 10:30 se hicieron sonar las campanas que anunciaban el fin del intermedio y la reanudación de la representación, pero lo que pudo ver el público, de vuelta a sus asientos, es al manager general del Metropolitan, Rudolf Bing, delante del telón y con cara circunspecta:

"Este es uno de los días más tristes de la historia de la ópera", comenzó. "Les pido que se pongan en pie"- continuó, mientras el público, conmocionado, lanzaba gritos de incredulidad- "en memoria de uno de nuestros mejores intérpretes, que murió en medio de una de sus mejores actuaciones. Estoy seguro de que estarán de acuerdo conmigo en que no es posible continuar con la representación". Lentamente, un público aturdido y entristecido se marchó.

Desde entonces, "La forza del destino" ha sido considera por algunos como una ópera maldita, entre ellos por Luciano Pavarotti, que NUNCA la interpretó.

Fuentes: RNE, Archivos del Metropolitan Opera House.