Caminamos enfocando la mirada en cinco pulgadas, a ritmo de un me gusta, un retweet o un emoticono, obviando el paisaje y el entorno de la ciudad. Por las calles subsisten personas que no entran en el sistema, vagabundeando en la intemperie a las que pasamos por alto, y digo pasamos, porque soy uno más de este colectivo, del que no levanta la vista, que no quiere mirar ni entrometerse, es un problema ajeno, no me pertenece.
Sí echamos un vistazo y miramos más allá de Instagram, Facebook o Twitter, nos topamos con personas sin perfiles, sin seguidores y podría continuar con el "sin “hasta aburrirlos, que necesitan, un saludo, una mirada, un cruce de humanidad. El frío y la lluvia hacen mellas en cuerpos ajetreados, los caminos de la vida son tan dispares que nos llevan por distintos derroteros, hoy estamos aquí de este lado, con la cabeza llena de reglas impuestas que no tenemos tiempo para detenernos un instante y mirar más allá de nosotros mismos. Mientras más evolucionamos, más nos deshumanizamos.
Mendigos, indigentes, pordioseros, cirujas o como queramos llamarlos, están ahí, por las calles de nuestra ciudad, son parte de ella al igual que nosotros. No soy un experto ni por asomo, al contrario, me gustaría conocer la opinión de un diestro sobre este tema para que nos ilumine y nos muestre el camino, y así hallar algún indicio de civilización que recorra por nuestras venas.