En las semanas que siguieron al final de los combates en el Frente Occidental, los datos sobre la ofensiva Meuse-Argonne conmocionaron al pueblo estadounidense, el Gobierno ya no podía ocultar el verdadero coste de una de las batallas que pusieron fin a la Gran Guerra.
De los más de 53,000 soldados estadounidenses que murieron en combate durante el conflicto (otros 63.000 principalmente a la mal llamada gripe española), aproximadamente la mitad de ellos fallecieron en el Bosque de Argonne y a lo largo del río Mosa (Francia) en los últimos 45 días anteriores al Armisticio. La fluidez e intensidad de la batalla conllevó a que muchos de ellos no pudieron ser enterrados, y quedaron como "desaparecidos en acción" hasta que sus cuerpos se recuperaron e identificaron al año siguiente.
Debido a ello y al gran número de bajas no se pudieron enviar a tiempo todos los telegramas que informaban al país sobre la muerte de un combatiente, por lo que muchas familias dieron un suspiro de alivio al final de la guerra, solo para descubrir semanas después que su hijo no regresaría a casa.
Meuse-Argonne sigue siendo hasta el día de hoy la batalla más sangrienta y mortífera jamás librada por el ejército de los Estados Unidos fuera de sus fronteras (26.000 muertos y 95.000 heridos). Fuente: www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=109&t=23196&start=3