Matar al mensajero (I): una trama de película

Matar al mensajero” (Kill the messenger, Michael Cuesta, 2014) es una película, basada en la novela de Nick Schou de título homónimo, que cuenta la historia real de Gary Webb, un periodista norteamericano que investigó las conexiones entre el gobierno de EEUU, el tráfico de droga y golpes de Estado en Latinoamérica. Ambientada en los años noventa del siglo pasado, cuenta las investigaciones de este periodista y las revelaciones que hace en una serie de artículos titulados “Oscura Alianza” (“Dark Alliance”). Según las palabras del periodista, se trataba de “una de las alianzas más extrañas de la historia moderna: la unión de gángsters de Los Ángeles con un ejército respaldado por Estados Unidos que intentaba derrocar a un gobierno revolucionario socialista”.

Una película imprescindible, muy bien realizada, y necesaria para entender la persecución política y mediática sobre los periodistas o personas anónimas que revelan crímenes de Estado o destapan casos de corrupción a gran escala.

La película se centra en la historia del periodista y de su caída en desgracia después del escándalo suscitado por sus publicaciones en 1996 contra los servicios de inteligencia del gobierno americano. En aquel momento Gary Webb no fue directamente perseguido, ni acallado, ni encarcelado. Lo interesante del film es ver cómo se orquestaron tácticas algo más sutiles contra él, que funcionaron a un nivel profundo.

Al principio se encontraba en una posición mediática heroica y era reconocido por su investigación. Pero poco después, cuando se enfrío la situación y la agenda mediática continuó hacia adelante, su vida empezó a convertirse en un infierno. Hubo una sutil persecución privada implacable hacia su persona, con amenazas veladas y con una campaña primero de desprestigio pública, luego económica. Le tildaron de mentiroso, de inventar hechos y fuentes de información, se metieron en su vida personal. Los grandes medios, el Washington Post, The New York Times, Los Angeles Times y finalmente su propio periódico, San Jose Mercury News le dieron la espalda. Después de aquello su vida dejó de ser igual, fue poco a poco apartado de su trabajo y malvivió durante mucho tiempo, sumido en una depresión de la que nunca se recuperó.

  • "City messenger of the 15th century in the Northern Netherlands". CC license by Oseveno.

La investigación y los hechos denunciados.

*(aunque son hechos históricos, el artículo contiene "spoilers")*

Los hechos en principio sonaban rocambolescos. Webb descubrió que en los años ochenta, la CIA (Agencia central de inteligencia de EE.UU.) importaba clandestinamente pasta de coca desde Latinoamérica y la repartía a las mafias locales de Los Ángeles para la elaboración del crack, una droga de baja calidad que hizo estragos, especialmente en los barrios de población negra y que terminó por extenderse por las grandes ciudades de todo el país. Esta práctica estaba diseñada para recaudar dinero y financiar la compra de armas, en concreto financiar a “la Contra” nicaragüense, una guerrilla armada, para dar un golpe de Estado contra un presidente elegido democráticamente que lideraba un movimiento de izquierdas en dicho país.

Estas revelaciones comprometieron la imagen del gobierno norteamericano, tanto en política exterior como en su propio país, pues también actuaban en pleno suelo estadounidense. Hubo una fuerte respuesta social por parte de colectivos de población negra que estaban verdaderamente indignados, pero los hechos siempre fueron negados oficialmente.

Antecedentes. Un breve repaso histórico del contexto en Nicaragua.

Nicaragua sufrió durante más de medio siglo no ya una injerencia norteamericana en su política interna, sino un control total. Después de la crisis del 29 y la gran depresión, se intensificó este dominio sobre Latinoamérica en general y en Centroamérica en este caso particular, principalmente por un control de las materias primas pero también en el marco del dominio geoestratégico.

Todos los intentos de emancipación de los pueblos de cara a las prácticas imperialistas que llevaba a cabo Estados Unidos en ese momento contra ellos fueron duramente reprimidos. A finales de estos años 20 se plantó el germen de la resistencia contra los invasores, con el movimiento revolucionario de Sandino, aunque se defendían de forma precaria. Así lo cuenta el escritor Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina” (ed. siglo XXI, 1971):

  • “La epopeya de Agusto César Sandino conmovía al mundo. La larga lucha del jefe guerrillero de Nicaragua había derivado en la reivindicación de la tierra y levantaba en vilo la ira campesina. Durante siete años, su pequeño ejército en harapos peleó, a la vez, contra los doce mil invasores norteamericanos y contra los miembros de la guardia nacional. Las granadas se hacían con latas de sardinas llenas de piedras, los fusiles Springfield se arrebataban al enemigo y no faltaban machetes; el asta de la bandera era un palo sin descortezar y en vez de botas los campesinos usaban, para moverse en las montañas enmarañadas, una tira de cuero llamada caite. Con música de Adelita, los guerrilleros cantaban: «En Nicaragua, señores, le pega el ratón al gato.»”

Aún tras el asesinato del general Sandino por parte del jefe de la guardia nacional, Somoza, y posterior dictadura que éste lideró y que su familia continuó a lo largo de las siguientes décadas, el espíritu de la resistencia seguía perviviendo y acabó por reformularse medio siglo más tarde en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido político que lideraría la Revolución Sandinista y derrocaría la dictadura en 1979.

Un gobierno elegido democráticamente con ideología marxista y socialista no era lo que Washington más deseaba, y puso en marcha un movimiento contrarrevolucionario, o “contra”. Se trataba de grupos paramilitares guerrilleros que actuaron amparados y financiados por ellos para acabar con el recién estrenado gobierno nicaragüense. Empezó a primeros de los ochenta pero continuó prácticamente toda la década. En 1986, el Tribunal Internacional de La Haya condenó a Estados Unidos por estas actividades. Aunque este nunca acató la sentencia (1).

Años más tarde se descubriría que una de las fuentes de financiación para la organización de la Contra nicaragüense provenía de la venta clandestina de armas a Irán por parte de la CIA, recogidos en el llamado irangate o Irán-Contra (2). Pero lo más sorprendente llegaría más adelante con las revelaciones del periodista Gary Webb. Otra trama que permanecía velada, esta vez en suelo doméstico, y que tenía que ver con el negocio de la droga, y más específicamente del crack.

Una conspiración real.

Lo cierto es que es difícil dar crédito a esta última afirmación porque parece algo sacado de una desquiciada teoría de la conspiración. Si bien es cierto que la distribución del crack ya existía de forma marginal a principios de los ochenta, según los artículos de Gary Webb, esta trama hizo que se abarataran los costes y se expandiera masivamente. Se trataría del propio gobierno actuando de narcotraficante, extendiendo una epidemia que destrozaría a los barrios pobres durante una generación y sacando un beneficio de ello con el que cometer atroces crímenes en un país extranjero ¿alguien da más?

La primera vez que supe de esta historia fue en un libro titulado “La solución” (ed. Debate, 2012), de Araceli Manjón-Cabeza, profesora de derecho penal de la Complutense que ha tenido cargos en la Audiencia Nacional y ha asesorado a varios organismos en materia de drogas y blanqueo de capitales. Un libro absolutamente esclarecedor sobre la historia de la prohibición y la llamada “Guerra contra las Drogas”. En uno de sus capítulos titulado “El crack, la contra nicaragüense y la CIA: la “Oscura Alianza”, hacía referencia a estos artículos y a esta trama y detalla pormenorizadamente en qué consistía:

  • “De la expansión del crack en Estados Unidos se responsabiliza a la CIA; el periódico “San Jose Mercury News" (Silicon Valley, California) publicó tres artículos en agosto de 1996, firmados por el periodista Gary Webb, en los que se sostenía que en la década de los ochenta la CIA había financiado las armas destinadas a la Contra nicaragüense con dinero procedente de la venta de pasta de coca a pandilleros de Los Ángeles. Esta es la historia que se contaba: los narcos colombianos vendían toneladas de pasta base a los miembros de la Contra nicaragüense, Oscar Danilo Blandón Reyes, antiguo dirigente de la Contra, concretamente de la FDN, entregaba esa pasta base a Rick Ross “Freeway”, mítico distribuidor de la bahía de San Francisco, que acababa convirtiéndola en crack que vendía a los Crips y a los Bloods – grupos de delincuencia callejera – y estos distribuían al menudeo en los barrios negros y pobres de Los Ángeles. Estas bandas obtuvieron con la distribución del crack importantes ganancias que les permitieron armarse y fortalecerse e iniciar la expansión de su negocio a otras ciudades.”
  • (…)
  • “El respaldo de la CIA a estas operaciones de financiación de la Contra hizo posible un transporte seguro y barato: los mismos aviones que proveían de material a la Contra, volvían a suelo estadounidense cargados de pasta base, sin riesgo de interferencias del Departamento de Aduanas o de la DEA. Otros transportes se hicieron en aviones militares de El Salvador que viajaban a Texas y aterrizaban en una base militar, sin control alguno, lo que era posible gracias a la relación entre Meneses y un comandante salvadoreño, también agente de la CIA.”

Estas revelaciones que salieron a la luz una década más tarde gracias a estos artículos ya eran, sin embargo, conocidas dentro de Washington; que apuntaban a un grupo corrupto dentro de los servicios de inteligencia actuando a nivel individual, y que no querrían verse como crimen institucional ya que, el entonces presidente Reagan había hecho pública y notoria su posición en contra del movimiento sandinista en Nicaragua. De hecho, esto fue investigado por el Comité de Asuntos Exteriores del senado de Estados Unidos, que presentó el informe Kerry en 1989 (3).

El informe concluía que se habían realizado pagos de importantes sumas de dinero a narcotraficantes con fondos del congreso. El nombre del informe hace referencia al senador que investigó los hechos, John Kerry, del partido demócrata, el que fuera candidato por la presidencia años más tarde, perdiendo en favor de George Bush hijo.

Casi una década después de aquel informe, saldrían las publicaciones del San Jose Mercury News, las cuales tuvieron notoriedad en un primer momento y luego fueron desacreditadas y ninguneadas por los mismos medios de comunicación que le dieron difusión. Acabaron machacando mediáticamente al autor y la historia importante se diluyó entre los ríos de tinta que daban voz al gobierno prácticamente como una víctima y al periodista como poco profesional y charlatán.

Aún así, se iniciaron investigaciones institucionales por parte del congreso, de la CIA y del departamento de justicia, que harían varios informes que admitían “irregularidades” y mala praxis pero no validaron todas las tesis y no se llegaron a tomar medidas de calado al respecto.

Webb, a pesar de su caída en desgracia, siguió investigando otros asuntos y preparaba nuevos artículos, pero su vida se truncó de golpe. En 2004, casi diez años más tarde desde que fuera célebre por las publicaciones, lo encontraron muerto en su propio apartamento con dos tiros en la cara. El juez dictaminó que fue un suicidio.

Matar al mensajero (4) es una historia “de película”, sorprendente, pero sobretodo impactante. Y sigue estando más que vigente en los tiempos que vivimos. Es necesaria para entender la importancia del periodismo de investigación y el apoyo que necesita. Nos debería hacer reflexionar sobre gravedad de los hechos llevados a cabo por gobiernos denominados democráticos, y sobre el tratamiento informativo de ello; y tendría que hacernos más críticos si cabe de cara a estos medios de información, para exigir su compromiso con la verdad y con la ética profesional desde todos los sectores de la sociedad.

(1) Artículo de El País de 1986 en relación a la sentencia del tribunal de La Haya: elpais.com/diario/1986/06/28/internacional/520293616_850215.html

(2) Trama Irán-Contra: es.wikipedia.org/wiki/Irán-Contra

(3) Informe Kerry de 1989: es.wikipedia.org/wiki/Informe_Kerry

(4) Sinopsis película: www.filmaffinity.com/es/film936293.html