La Bola de Pelo

  Resultaría tedioso explicarles con quién están hablando, pero bastará con que les diga que formo parte de un mundo entreverado en el que ustedes conocen, del que no tienen noticia los periódicos y del que nada saben las mafias empresariales, gubernamentales o religiosas. Soy una célula in-dependiente e in-comunicada del no-poder que lo derrumbará todo, sin ruido ni sangre, y que erigirá un nuevo mundo liberando a los hombres de su secuestro,

                             eso es todo.

              No conozco a mis cómplices ni me hablo con ellos; nada sé de sus planes aunque a diario asista en las calles a la perpetración silenciosa de nuevas y maravillosas conquistas. No sé cuántos somos, aunque sí sé que superamos en número a cuantos colectivos sean capaces de enumerar; y sé también, con absoluta certeza, que aún unidos en causa común todos los enemigos del hombre: los pardos moradores de salas de juntas, capillas o ministerios, aún contando sus ejércitos de enajenados y la más poderosa de las armas: no tienen NINGUNA posibilidad.  

              No estamos infiltrados hasta el tuétano: somos el tuétano. Toda apariencia de seguridad es ilusoria.

              Tómense esto como el comunicado de un embajador marciano. Evoquen el día en que una enorme nave nodriza estaciona derrapando en la estratosfera y jueguen, si quieren, a imaginar mi rostro, el tamaño de mis extremidades y mis vestidos. Den por supuesto que ya han agotado todas las balas, bombarderos, portaviones, cazas, submarinos, armas químicas y bombas nucleares; imaginen que ya no les quedan eructos, ventosidades, insultos o exabruptos en general, y que aún así no han logrado arañar la coraza de nuestra nave. Ahórrense un tiempo y unos recursos preciosos. Imaginen que interferimos sus señales de televisión, radio, internet, y nos aparecemos maquilladitos y con traje brillón a explicarles cómo van a ser las cosas.

              Escuchen con la sensación cierta de que quien les habla puede aplastarles de un simple suspiro, y tengan bien claro que aquí nadie más va a aplastar a nadie ya: nunca.

              Hemos venido desde los confines del cosmos, llegamos el mismo día que vosotros  para vigilar el Futuro de La Tierra.

              Los diques de la ignorancia han caído. Las fronteras orográficas, han caído. Las culturas, patrias y religiones han sido desnudadas como lo que son: síntomas de un síndrome de Diógenes planetario; cual contenidos de software instalados en cerebros capaces de cosas bastante mejores que convertirse en mera soldadesca gratuita al servicio de las más inservibles causas; sistemas que se sirven de nuestra vocación de especie y la alimentan de odio; juegos de mesa para comanditas de hombres perdidos que creen encontrarse si tienen bajo su yugo el mayor número posible de hombres tan perdidos como ellos, pero tan capaces como ellos, en realidad, de encontrarse con todos si se optara por medidas menos dañinas para el hogar presente, más fructíferas para el hogar futuro; más respetuosas con la verdad absoluta de que sólo hace falta UNA idea para solucionar El Mundo, y esta idea bien puede brotar del cerebro más insospechado.

              Ahora que podemos poner todas las posibilidades en común, necesitamos todas las posibilidades: hay que proteger a todos LOS CEREBROS,

                                                                                        SON NUESTRO ÚNICO PATRIMONIO REAL.

              Hemos venido a reivindicar la naturaleza de nuestro cuerpo, la capacidad de nuestro cerebro como contenedor universal, receptor, emisor universal, conversor omnipotente; venimos a afirmar que  si nos instalamos El Bien, ejecutaremos El Bien a rajatabla.

              Por todos los confines del globo se respira el azahar, en todos los hogares del mundo ruge la rumorosísima pulsión de lo inminente, los animales están inquietos desde hace meses: Los humanos han comenzado a hablarse. Miles de civilizaciones estelares contemplan esperanzadas el espectáculo desde sus sofatrones: ¡por fín van a poder acercarse!, los humanos se hablan...

                             ¡¡¡LOS HUMANOS SE ESTÁN HABLANDO!!!

              Mujeres y hombres se cuentan, los unas a las otros, cuanto les ocurre allá donde viven. La información puede traducirse casi instantáneamente a todas las lenguas del globo, así que lo hacen por ahora sólo prácticamente libres de toda frontera. Pronto la traducción será precisa e instantánea, y las lenguas se difuminarán en una masa abstracta, en constante reconversión cuántica. No habrá que defenderlas ni opondrán unos humanos frente a otros, porque pervivirán en una amalgama policromada que acabará por esfumarse. Perseguiremos, alcanzaremos mejores sistemas de comunicación, más rápidos que la glotis, más capaces en realidad que la palabra de expresar la maravillosa complejidad de cuanto pensamos.

              La conciencia común se hará audible primero como un silbido electrónico, en gigantesca Apoteosis Yobibýtica después...

              Pero eso será después.

              Ahora los humanos ponen cosas en común y descubren oculto en la maraña terrestre el patrón por el que se rigen sus problemas. Absolutamente interconectados, innegablemente atados y sin destino definido, se autoprograman y alumbran la posibilidad de otra posibilidad:

              Hemos descubierto que no hay poder posible.

              Nos hemos hablado y hemos desnudado la verdad: ni tenemos nada contra el otro, ni nada de lo que tenemos en común con el de al lado tiene que ver con lo que se nos ha contado.

              Hemos descubierto que La Historia es el mero repertorio de los obstáculos que se han ido interponiendo a nuestro instinto social, a nuestra conciencia de especie, a nuestras ansias de caminar juntos en las dos únicas direcciones posibles:

              Hacia atrás, en busca del origen.

              Hacia delante, en constante indagación por La Inmensidad.

              Cada vez que se ha concentrado El Poder, el ansia de mantenerlo ha empujado a unos hombres contra otros.

              Pero somos individualidades, diferencias hechas materia, carece de sentido cualquier iniciativa destinada a despreciar semejante ventaja:

              Las Unidades Independientes de Información-Creación se han empezado a hablar y van descubriendo Las Cosas Sencillas.

Hemos descubierto que compartimos El Medio,

que "Inmigrante" significa "que viene"

y "allí" no significa "fuera".

 

(Para saber si estás dentro o fuera:

intenta respirar)

              Que nuestra existencia depende de la existencia de El Medio, El Medio es limitado, y se agota a un ritmo acelerado.

              Hemos descubierto que compartimos un Canal Comunicativo, que hemos conquistado un Canal Comunicativo. Que podemos participar individualmente en El Todo poniendo nuestro conocimiento en común para que cada vez menos problemas queden sin solución, para que cada vez se enuncien más nuevos problemas, se busquen más rápidamente mejores soluciones.

              Que en semejante contexto no hace falta poder, que no hay poder posible, que el poder acalla voces y guarda secretos, y los secretos impiden la obtención de soluciones eficientes.

              Que el corolario de vuestra democracia actual, la Teoría Representativa, ha caído: ya es posible que todos opinemos instantáneamente sobre todos los temas, accedamos instantáneamente a toda la información si se pone a nuestra disposición, y ya no se requiere la elección de representantes. 

              Que nuestros representantes actuales hace tiempo que debisteis culminar el proyecto de desarrollo de esta posibilidad, con el que iniciar vuestra retirada paulatina y la disolución de vuestro poder en el de la generalidad; debisteis haber procurado la efectiva comunicación entre todos los humanos con vistas a su unificación, y el hecho de que no lo hayáis hecho os confirma como secuestradores culpables de la voluntad de los hombres.

              Que secuestrados los poderes constituyentes todo ordenamiento pierde su legitimidad, y que los ordenamientos actuales gestionan ineficientísimamente la carestía abocándonos peligrosamente a una destrucción segura, que vendrá por asfixia y de nuestras propias manos.

              Hemos descubierto que el del Dinero no es un sistema efectivo, y que el juego de Las Sillas Musicales es un entretenimiento diabólico: en un mundo en el que muere más gente por enfermedades asociadas a la opulencia que de hambre, HAY SILLAS PARA TODOS. El contexto competitivo anula demasiadas veces las mejores opciones, es capaz de premiar soluciones autodestructivas, está lejos de elevar a la cumbre al más valioso, y  sólo por ello debe ser abolido.

                             No sirve.

              Nos regimos por un sistema de ejemplos. Tendemos ejemplos y nos anclamos levemente a ellos en nuestro proceso de búsqueda de conclusiones, y el capitalismo nos proporciona ejemplos nada convenientes. Conoce los mecanismos de la convicción, y promociona como auténticos mesías a los más majaderos de los mercados.

              Una sola mala elección en el modelo desvía el curso de la historia, entumece nuestras opciones de progreso, y ya hemos derrochado 20 siglos más de una vez.

              Hemos cartografiado el mundo entero, hemos descubierto que disponemos de tecnología suficiente como para inventariar el mundo entero, hacer previsiones de crecimiento y existencias, y no es estúpido concluir que debemos elaborar planes generales a largo plazo.

              Debemos encontrar una manera razonable y justa de controlar nuestro consumo y  nuestra multiplicación indiscriminada, y ese debería ser uno de nuestros primeros objetivos: consensuar la forma de hacerlo sin vulnerar en lo más mínimo ninguno de los derechos humanos ya alumbrados.  La Economía es la ciencia que pretende la administración eficiente de un número limitado de recursos globales, no la táctica maximizadora de beneficios individuales.

              Lo segundo es delictivo.

              Empezará por aplicarse La Igualdad, de una vez por todas.

              Primero se auxiliará a los abandonados con todos los medios de los favorecidos.

              Después se detendrá la producción masiva de objetos inútiles, cosas cuya existencia se justifica, única y exclusivamente, en la existencia de un mercado en el cual pueden venderse, sin que se les exija que realicen aportación real alguna al avance de la especie y que sin embargo consumen recursos irrecuperables y demasiado necesarios.

              Cuando se reinicie la producción, La Falacia de la Calidad de las Marcas habrá caído, La Obsolescencia Predeterminada habrá muerto: se pondrán la máxima concentración y empeño, se empleará de la manera más minuciosa la tecnología alcanzada para producir objetos útiles y duraderos, cuyos materiales sean recuperables, en la medida de lo posible, llegado el momento de su retirada.

              Después caerán los secretos y las patentes. Todo cuanto conocimiento haya alcanzado el ser humano será puesto en común, a disposición de los demás para su análisis y perfeccionamiento constante. Todos los descubrimientos de la ciencia médica serán desvelados y sus agentes colaborarán de forma plena. Se levantará el velo a todos los secretos de estado.

              EN LA OCULTACIÓN DE LAS IDEAS ESTÁ EL GERMEN DE TODOS Y CADA UNO DE LOS PROBLEMAS DEL MUNDO.

              Carecerá de sentido la apropiación de las ideas para su explotación económica, porque ni habrá dinero ni se premiará clase alguna de ocultación relevante. Los hombres serán pensadores libres de guardar cuantos secretos deseen si estos afectan a su ámbito personal, pero nadie querrá obtener ventaja ocultando los misterios de nuevas herramientas o dificultades, sean éstas de la clase que sean, si afectan a la generalidad.

              Todos querrán saber MÁS y todos hallarán obstáculos que sólo otros podrán solucionarles.

              Habida cuenta de la extraordinaria brevedad de nuestras vidas, de la extraordinaria brevedad de la existencia de tantas especies que nos han precedido, renunciar a la colaboración es una extraña clase de suicidio masivo, lento e indoloro, que se espuma a través de las generaciones restringiéndonos paulatinamente el aire.

              

              Se hará un breve Barbecho en el que habrá que borrar graves ofensas. Los secretos desvelados desenterrarán crímenes abominables y sus autorías. Caerán todas las fronteras y sus gobiernos y se enunciará la Primera Causa Común. Se reabrirá La Civilización De Los Descubrimientos: se espoleará la conquista de un Sistema Viable.

              La mayor conquista de la Historia de la Humanidad será la del Sistema Viable, porque sin ella todas las anteriores se harán polvo en los infinitesimales recovecos de los milenios, las eras y los eones: sin ella nos borraremos, como pobres idiotas.

              Podremos empezar a presumir de nuestros logros cuando garanticemos un contexto en el que los logros puedan sucederse ininterrumpidamente garantizando la persistencia de todas las especies del planeta, al margen de lo que el universo, en su impredecible inmensidad, tenga preparado para nosotros.  

              Ignorantes de toda verdad, pero habiendo garantizado un Medio en el que sobrevivir, saldremos a buscar pistas por el infinito, nuevos lugares dignos de ser perpetuados y en los que podamos perpetuarnos dignamente, de forma no invasiva y con vocación universal.

              Todos los trabajos del hombre estarán destinados a semejante búsqueda. Cada profesión deberá definir su utilidad concreta en relación con lo anterior, y tal utilidad deberá ser suficiente como para justificar su consumo de recursos.

              Seguirá habiendo música, por supuesto y por ejemplo, pero no se requiere ya de industria alguna que se encargue de su difusión, deformando caprichosamente los libres mecanismos del parecer humano. Lo mismo valdrá para todos los modos de expresión artística: ésta fluirá libremente, sometida al arbitrio general. No se impondrán gustos con fines mercantiles.  Seguirá fluctuando naturalmente el fenómeno de las modas, pero no se producirán más vestimentas que las necesarias para evitar que los hombres pasen frío, sufran la acción directa del sol, o aquellas específicamente requeridas para la realización de actividades especiales como el buceo, el paseo espacial, la manipulación de equipos eléctricos y/o radioactivos, etc...

              También la ropa se verá afectada por la Cláusula de Utilidad. Si la nueva prenda no soluciona ningún problema preexistente, no se producirá.

              Los conocimientos adquiridos por las industrias de la comunicación, la publicidad y el marketing serán empleados para el bien. Ellos pueden lograr que un mensaje se transmita con convicción y celeridad en breves lapsos temporales. El mensaje nunca será, en lo venidero, una maquinilla de afeitar, una crema bronceadora, un coche, ni ninguna inutilidad similar. El tono del mensaje nunca será, como es ahora, asertivo. No se fabricarán nuevas necesidades inexistentes. Se comunicarán los descubrimientos, se harán convocatorias generales, se plantearán los problemas más relevantes y se promocionarán constantemente El Bien, la Vida y La Libertad.

              Los hombres deben poder comer, dormir bajo techo si el cielo es hostil, vestirse y disponer de tiempo para cultivar su propia individualidad.

              Porque solo individuos distintos se plantean distintas opciones.

              Cuando una máquina solucione el trabajo de 20 hombres, no se enviará a esos 20 hombres a pasar hambre a la calle. Libres de la justificación económica, la tecnología aliviará las cargas del trabajo, no maximizará los beneficios empresariales: se liberará a 20 hombres para otra tarea en la que se los requiera.

              Y si no se les requiere, se les dará descanso.

              Es fácil de entender.

              El objetivo no es el pleno empleo, sino el pleno desempleo: que todos los hombres puedan dedicarse por entero a sí mismos, y puedan entregarse por entero a los demás, apaciblemente.

              En las guarderías, los parvularios, las escuelas y facultades, se educará a los humanos para la vida, y no para el mercado. Se ejercitará el cerebro librepensante de cada uno y se procurará, en la medida de lo posible, una formación completa y compleja, salvo en aquellos casos en que se requiera la formación de especialistas.

              El que se especializa se arriesga en demasía a extinguirse, y si bien podemos formar especialistas, no debemos especializar a la generalidad. La Generalidad debe ser un contenedor difuso, omnidireccional, de todo el conocimiento adquirido, y su aplicador. Cada hombre debe ser capaz de realizar múltiples tareas, extender su conocimiento por diversos campos, interconectar las diversas disciplinas de la Ciencia y el Saber, pues sólo así podremos avanzar mejorando además, mientras siga produciéndose, la experiencia de la muerte: moriremos mejor si sabemos más sobre cuanto vivimos.

              Moriremos mejor, mientras tengamos que morir, si podemos sacar la conclusión, en nuestro último lecho, de que abandonamos un mundo mejor que aquel al que llegamos.

Este es el más fundamental de los derechos, del que demasiadas veces se nos priva.

              Hasta que el futuro, si hay suerte, nos hermane con otros seres posibles, debe definirse como única nacionalidad la Terrestre. Como único proyecto, la búsqueda de la verdad por el infinito. Como único mecanismo, el del respeto a la maravilla de estar vivos.

              Seremos los Terrestres, Los Terrícolas, los habitantes de La Tierra, pero no entonaremos himno alguno ni asociaremos nuestro amor común con símbolos ni banderas inamovibles.

              Conocemos el extraordinario poder de la fijación de cánticos e imágenes comunes, y no lo volveremos a emplear para la segregación jerárquica de los seres humanos.

              

              

              Todos los que hoy ostentan alguna clase de poder, serán despojados de él sin trauma de clase alguna. Todos los que acaparan el dinero, podrán guardárselo como recuerdo, o empapelar con él la casa que se les deje si es que no se requieren papel, monedas y demás artilugios de valor ficticio para otros menesteres.

              El oro es simplemente un metal amarillo. Carece de todo valor al margen de sus aplicaciones tecnológicas. El universo está atestado de oro, diamantes, rubís y esmeraldas, pero carece de vida. Un cuesco tiene más valor que el más grande de los brillantes del globo: requiere de un ser racional que lo emita.

              Puede que haya enormes acumulaciones de carbono en las lunas de Saturno, brillantes de mil toneladas, pero no hay, por ahora, ni un gramo de vida.

              No por fastuoso deja de ser adorno el más fastuoso de los adornos.

              El bien más escaso del universo, es la vida. El centro del universo, es la vida. Sin observador que lo modifique, el universo estaría en cualquier parte. Con nosotros aquí, el universo está aquí.

              Somos el universo y tenemos la llave,

              aún no puede descartarse la existencia de Dios. A buscar a Dios, si queréis, es a lo que saldremos por el infinito, pero tened claro que Dios es por ahora una idea, la del Germen Creador, y no nombra representantes. Las ideas no los tienen.

              Todo ser humano es libre de pensar lo que le venga en gana, todo ser humano es libre de hacer el esfuerzo de que otros piensen como él, si quiere, pero ninguno podrá valerse del chantaje ni hacer ninguna clase de imposición para extender sus pareceres.

              Un parecer se extiende si es razonable.

              La fe pasiva, el Dios proveerá, quedan abolidos. Toda fe deberá tener un principio activo, constructivo.

              Postergar la solución de los problemas a momentos posteriores al de la muerte es absolutamente improductivo, salvo que se pretenda el control torticero de las masas. Si hay algo después de la vida nos ocuparemos de ello tras la muerte: ahora estamos aquí, en este donde sea, y a este donde sea nos debemos.

              Se mantendrán todas aquellas prerrogativas morales de indudable bondad: seguiremos íntimamente obligados a amar al prójimo como a nosotros mismos.

              Irán apareciendo discusiones, que se discutirán.

              El único contexto en el que es lícito el empleo de armas de cualquier clase es el siguiente:

              Ataque de animal salvaje en medio hostil, con riesgo para la integridad personal.

              Fuera de esta posibilidad, no cabe otra.

              Todo ser humano capaz de portar un arma con la idea de reducir con ella a otro ser humano está equivocado. Los que hoy lo hacen, o lo hacen por mera enfermedad mental, o lo hacen contagiados por delirios patrios o divinos y han sido instrumentalizados por enajenados con el único fin de obtener riquezas.

              Ya no habrá riquezas de valor ficticio.

              Nadie que emplee un arma para la obtención de sus fines merece respeto, nadie. Se oficialice su posesión del arma de la manera que sea. La razón sólo con razón se obtiene. Un militar, un policía y un atracador, si bien pueden diferenciarse a título personal mediante otras diez mil cualidades, son idénticamente deleznables en cuanto al cuajo que demuestran portando un instrumento capaz de causar heridas o arrebatar vidas.

              Es cierto que utilizan las armas que otros les dan, pero no pueden escudarse en las órdenes recibidas, ya no existe el poder jerárquico: cada soldado es tan responsable de sus disparos como el ladrón, y por ellos se le juzgará individualmente sin que constituya atenuante alguno el de la obediencia a un superior. 

              Aquí ya no quedan "superiores".

              Las armas introducen una distorsión inaceptable: en la lotería de quienes las empuñan y contra quienes las empuñan, en el capricho o la avaricia con que se empuñan indiscriminadamente, se siegan muchas de nuestras más valiosas unidades.

              Las armas capaces de causar efectos irreversibles en la salud, serán destruidas.

              Ninguna de las armas que se empleen en el planeta, siquiera usada a su máxima potencia, podrá causar más efecto que el del sueño momentáneo.

              Las medidas de control de natalidad no volverán a ser adoptadas con secretismo ni de manera sibilina: serán consensuadas.

              Con ello, la culpabilización del desnudo y el sexo, han caído. Los seres humanos serán plenamente libres de ejercer su sexualidad siempre que medien información, consentimiento, respeto e higiene, y se adopten las medidas profilácticas y anticonceptivas que se hayan consensuado en cada caso.

              No se promocionará ni restringirá ninguna opción sexual que respete estas normas básicas, no se practicará ninguna otra.

              

              Se conectará eficientemente a todos los seres humanos. Todos deben tener acceso al Canal Comunicativo.

              Todos dedicarán parte de su vida al gobierno del mundo, parte de su vida a la labor útil por la que hayan optado, parte de su vida al mero explayarse de su individualidad.

              La Tierra no nos pertenece: vivimos en ella. Es el precioso cascarón del que no hemos logrado eclosionar, todavía. Es preciosa, pero insignificante en proporción con lo que la rodea. Si dentro de ella existen lugares hermosos y horrendos, fuera de ella también, a cuatrillones. Ojalá descubramos con el tiempo que nuestro amado planeta está sólo en mitad de la tabla de las cosas hermosas del infinito...

              pero entretanto, hay que cuidarla.

              

              Hay que ser buenos.

              Sólo la bondad proporciona paz. Sólo en un contexto libre de amenazas puede el pensador pensar concienzudamente.

              Hay que despojarse de toda ambición, de todo gusto por lo accesorio. Hay que olvidar palacios, sedas, tules, coches, contoneos y cuchiflís. Dejar sentado de una vez por todas que las posesiones materiales no solucionan incertidumbre alguna, lo convierten a uno en un cascarón reseco y horrendo, en un monstruo capaz de contemplar el hambre y de consentirla aún teniendo medios para solucionarla.

              Tenemos que proyectar nuestras ansias hacia cosas útiles. Premiar la utilidad. Espolear la cooperación, el ahorro cuando haya que ahorrar y la responsabilidad en la bonanza.

              Tenemos que empezar a poner sobre la mesa todo lo que sabemos de cuanto nos rodea

                             y tenemos que empezar a decidir que pensamos hacer con ello.

              No estamos hablando de restringir, no estamos hablando de cohartar, limitar, reducir en lo más mínimo la parcela de vuestra felicidad. Seguiréis cantando, bailando, celebrando vuestra vida en festejos inolvidables. Seguiréis dándoos banquetes de vez en cuando. Os recorreréis el mundo virtual o físicamente conociendo a los que son como vosotros, a los que no se os parecen en nada. Tendréis a vuestro alcance el policromado caleidoscopio de cuanto conocen Los Que Están Vivos, Los Que Se Hablan. Seguiréis emitiendo versos conmovedores, trazando hermosas líneas en lienzos y procesadores, seguiréis fabricando nuevos ingenios, catalogando nuevos insectos, solucionando nuevos milagros matemáticos, gozando de vuestro cuerpo hasta el éxtasis. Podréis sentaros tranquilos a merendar, el sol secando el sudor de vuestras frentes, vuestra mirada oteará el Horizonte como el feroz aullido de un lobo y la mera experiencia de respirar se os hará sabrosa.

              Pues se os habrá despojado del peso insostenible de miles de necesidades inventadas.

              (ahora os hacéis conscientes de la música, que acunó de fondo este discurso desde el principio)

              Y descubrís que lleváis un rato bailando.

              

                                                                                                      ZEBULÓN PI,

embajador marciano, de guardia hoy.

P.D.- Este texto ha sido emitido por una sola Unidad de Información-Creación. Una Unidad de Información-Creación apresurada e imprecisa a la que se le presentó el asunto a pocos minutos de terminar su guardia. Es una bola de pelo, recién regurgitada.  Eso asegura la presencia de errores, imprecisiones, barrabasadas, ensoñaciones, aciertos, baba y pelo de extraña procedencia.

 

              Está abierto y es modificable, desde la primera palabra hasta la última, pero debe respetarse su intención.