La organización de mujeres limpiadoras de hoteles, conocidas popularmente como “Las Kellys” han conseguido recaudar más de 60.000 euros en una plataforma de micromecenazgo para crear una central de reservas propias.
El objetivo es permitir a los usuarios potenciales de hoteles que quieren reservar una habitación o sencillamente unas vacaciones, tener a su disposición un listado de hoteles que respeten los derechos laborales tales como tener presencia sindical, respeto del convenio colectivo, no externalización y subcontratación de servicios, cumplimiento de la legislación en materia de riesgos laborales, etcétera.
Se supone que todo esto debe dar lugar a la creación de lo que ellas llaman “un sello de trabajo justo” que permita identificar estos establecimientos hoteleros que cumplen esas condiciones. Se expone la realidad sobre una empresa y se deja al consumidor elegir si quiere tomar la decisión más justa.
Pero parémonos a pensar durante un instante.
Si esto se va a aplicar al sector hotelero, un segmento productivo muy precarizado laboralmente, ¿por qué no aplicarlo a otros sectores que están sufriendo también la precariedad como la restauración o el comercio o incluso por qué no aplicarlo a todos los sectores y convertirlo en algo que se transforme casi en una norma?
Los diferentes sectores empresariales llevan décadas creando sellos relacionados con la sostenibilidad para hacer eso que ya conocemos como greenwashing (esa práctica que realizan cada vez más compañías para darle un giro a la presentación de sus productos o servicios y hacerlos ver como respetuosos con el medio ambiente). También han creado centenares de certificaciones como AENOR o ISO que les permiten dar un cariz más formal a su política reputacional pero que a efectos prácticos importan poco al cliente. ¿Por qué no crear una plataforma que nos permita encontrar restaurantes, bares, agencias de viaje, tiendas de ropa, hipermercados, etcétera que nos garanticen que respetan los derechos de los trabajadores y garantizan su bienestar?
Si una persona duda entre dos o tres restaurantes, tenderá a escoger aquel que nos garantiza que las personas que nos sirven o que preparan nuestra comida tienen un trabajo estable y unas condiciones de trabajo dignas. Lo mismo para una tienda de ropa o para una aerolínea.
Creo que las empresas llevan muchos años apostando por la sostenibidad pero no lo han hecho jamás por el bienestar de sus trabajadores. Y cuando compramos un producto sostenible o contratamos a una empresa que se dice sostenible, lo hacemos porque nos preocupa nuestra felicidad y la de las próximas generaciones en el futuro, pero no nos preocupamos de la felicidad o mejor dicho, de la infelicidad que provocamos en el presente al adquirir, comer, viajar adquiriendo los servicios o comprando productos de empresas que no tratan bien a sus trabajadores.
Creo que las Kellys han conseguido con esta iniciativa algo importantísimo, porque por primera vez son los trabajadores los que toman el mando y tienen la libertad de exponer la calidad humana y el nivel de responsabilidad social de una compañía, en vez de que lo haga la propia empresa.
Si el socialismo pretende socializar los medios de producción, lo que proponen las Kelllys es socializar, de forma absolutamente veraz y transparente, la información, la imagen y la reputación de una empresa. Es decir, hacer al trabajador, dueño de la reputación de la compañía en la que trabaja, algo que, para mí, supone una revolución en un contexto actual, donde con la llegada de internet, el control de la información y de la opinión de una empresa, lo es todo.
Si cuando vas a comprar un producto en Amazon o en cualquier otra tienda online te guías por las opiniones de otros compradores o por si se ha producido con medios o materiales sostenibles, si al elegir restaurante miras tripadvisor y te quedas con aquel que tiene las mejores opiniones sobre la comida , ¿por qué no vas a formular también tu decisión en función al bienestar de los que producen tu producto o te sirven tu comida? No creo que exista un capitalismo bueno, pero creo que generalizar la solución de las Kellys a todos los sectores permitiría, al menos, mejorar la vida de muchísimos trabajadores.